19 de febrero de 2014

Los Calabozos de Langeais

 

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Los calabozos de Langeais es una historia corta que se remonta 300 años atrás en los feudos de Patch del comienzo de Hush, Hush y el siempre sufrido Chauncey. En este cuento Fitzpatrick se explaya acerca del personaje de Chauncey y nos da una muestra de como era realmente su vida y profundiza como es cuando un ángel toma posesión de un cuerpo humano. 



Aunque arrogante, egoísta y extremadamente testaturo, Chauncey definitivamente tiene un montón de agallas al enfrentarse a Patch, se disfruta la forma en que traza planes y conspira para superar a Parch. 




9 de febrero de 2014

Hush Hush Patch POV Cap. 2-Fanfic de Hush Hush

Ya había anochecido.
Dejé de contemplar el cielo y bajé de un salto del Arcángel. La noche estaba fresca y tediosa.
—Me pregunto que tendrá esta instalación, que te mantiene sobre ella tanto rato—dijo una voz detrás de mí.
—Me gusta ver todo desde arriba. Me recuerda los viejos tiempos—le respondí.
Rixon dio unos pasos hacia el Arcángel, observando su altura.
—Sí, suponía que era algo como eso. Por cierto, ¿Dónde has estado? ¿Acostándote con meseras otra vez? —preguntó.
Enarqué las cejas.
—No veo como puede importarte lo que haga—le dije.
Medio sonrió.
—Ya, ¿Aún enojado por lo de la amiga de aquella pelirroja? Tuvo suerte de que fuera su amiga, y no ella misma. La verdad es que estaba bien buena. La pelirroja, me refiero—dijo él.
No le di tiempo siquiera de pestañear, eché el brazo hacia atrás y con toda la fuerza que tenía aterricé el puño en su mandíbula. Rixon salió disparado unos cuantos metros hacia atrás, escupiendo sangre.
—Imbécil, me has roto un diente. —dijo.
Fingí estar indignado.
—Que mal, de verdad. Mi intención era romperlos todos—medio gruñí.
—No sé qué mierda es lo que te está pasando… Cada vez que menciono a la pelirroja o a su amiga te pones… activo. ¿Qué pasa Patch, te gusta? —preguntó, riendo, como si la idea de aquello fuese completamente ridícula.
—Bueno, si quieres acostarte con ella, pues… Está bien, dejaré de espiarla en las noches mientras se desnuda—dijo él.
Lo miré incrédulo, con la sangre comenzando a hervir.
—Que tú… ¿Qué has dicho? —exigí.
Sonrió burlonamente. Una sonrisa que daba a entender que no te arrepentías de nada de lo que habías hecho, aún cuando fuera una estupidez.
—Te dije que estaba bien buena—fue lo que dijo.
Arremetí contra él. Lo golpee en las costillas, el estomago, la mandíbula, golpee su cabeza contra el suelo, rasgué cada centímetro de su piel con mis golpes.
Lo inmovilicé bajo mi cuerpo.
—Escucha bien lo que te voy a decir, porque no voy a volver a repetirlo—dije, apretando su garganta con fuerza. Rixon reía, pero estaba nervioso—Ella es mía, ¿de acuerdo? Si vuelves a acercarte a ella, te arrancaré las piernas. Si te atreves siquiera a mirarla, te arrancaré los ojos. Y si tienes intenciones de tocarla, te juro entonces, que voy a matarte con mis propias manos. ¿Te ha quedado claro? No te quiero cerca de ella—gruñí.
Lo solté, y me levante, limpiando mis manos ensangrentadas.
—Mierda, Patch, tardaré semanas en curarme. Esto alejará a las chicas—dijo él.
Pues bienpensé.
Me alejé de él en dirección a la salida del Delphic. En cualquier minuto darían entrada a los humanos al parque.
Consulté mi reloj y me di cuenta que Nora no me había llamado aún. ¿Por qué no lo había hecho? De seguro estaba tratando de reprimirse. Si, eso es lo que pasa. Llamarápensé.
Me subí a mi Ducati Streetfighter y aceleré en dirección al salón de Bo., donde seguro me esperaba algo bueno.
Al llegar al lugar, me adentré en él colocando un billete de veinte dólares en la mano del portero. Seguí mi camino sin detenerme dándole a entender que se quedara con el cambio. Bajé a la sala de billares, y me encontré con que un grupo de tipos que creían tener apariencia mortal me esperaba. Sonreí para mis adentros al ver sus rostros. Pensaban que me intimidaban.
—Buenas noches, caballeros—dije, sonriendo ante la palabra "Caballeros"
—Vaya, Albert nos ha dicho que eras realmente peligroso, pero no te ves lo suficientemente fuerte para serlo. ¿Seguro que sabes jugar Billar? Esto no es un juego de muñecas—dijo el más grandote.
No entendí exactamente que tenía que ver la fuerza con el juego, pero reí incrédulamente con su suposición de que no era "fuerte".
—Algún día dejaré que te hagas tus propias ideas—prometí.
Tomé el taco de billar de siempre, y lo preparé para la jugada.
—Y bien… ¿De qué estamos hablando? —pregunté.
—Un yate—dijo uno de ellos.
—Pensé que habría algo más valioso. —dije.
— ¿qué más puedes querer? —preguntó otro de ellos.
Dirigí mi mirada al fondo, donde un grupo de mujeres se encontraban observándonos. Bueno, observándome a mí, para estar claros. Les sonreí.
Entre ellas se encontraba una pelirroja de mediana estatura, sus cabellos estaban claramente con un falso rizado. Contuve un gemido de sorpresa. Me recordaba a… Nora.
Volví a revisar mi teléfono y no había llamadas aún.
— ¿Y bien? —preguntó el mismo tipo de hace un rato.
—No importa. El yate es suficiente—dije, volviendo al juego.
—Bueno, ¿Qué apostaras tú? —preguntó otro de ellos.
—No creo que sea necesario apostar nada, ya que no seré yo quien pierda. Pero si tanto quieren saber… una Ducati Streetfighter—dije.
—Prepárate a perderla entonces.
Sonreí. Era agradable apostar contra alguien tan arrogante. Hacía que el juego se tornara un poco divertido. Mi teléfono sonó.
— ¿Si? —contesté, sin mirar el número.
—Llamo para ver si podíamos quedar esta noche. Dijiste que estabas ocupado, pero…
Tuve que utilizar todo mi autocontrol para no explotar en carcajadas.
—Nora. —Contesté, con un suspiro de alivio y diversión. — Creí que no llamarías nunca—Le dije, recordándole sus palabras.
—Bien. ¿Podemos quedar o no? —preguntó.
—Resulta que no puedo—dije, observando a lo tipos que me miraban frustrados.
— ¿No puedes o no quieres? —preguntó, exasperada.
—Estoy en medio de una partida de billar—dije, conteniendo la risa aún—Una partida muy importante.
— ¿Dónde estás?
—En el salón de Bo. No es la clase de sitio que frecuentas—dije.
Me pregunto si tu testarudez te traerá aquípensé.
—Entonces hagamos la entrevista por teléfono. Tengo un par de preguntas…
Colgué. Tenía poco tiempo para terminar la partida antes de que Nora llegara.
—Bien, terminemos con esto—dije.
Unos 30 minutos después, ya era dueño del yate.
Y Nora aún no aparecía.
Otro grupo de tipos fornidos se acercó para apostar un Ferrari Italia Turbo 480.
Estaba a punto de hacer el tiro ganador, cuando escuché mi nombre.
— ¡Patch!
El taco resbaló entre mis dedos clavándose en la mesa. Mierda.
Inmediatamente entré en la mente de todos los que me rodeaban, haciéndoles ver que había ganado. No quería perder mi Ducati.
Fijé mi atención nuevamente en Nora, y observé que el Portero estaba tratando de sacarla del lugar. Sonreí.
—Está conmigo—le dije al tipo, notando que la sujetaba.
Suéltala Rugí en su mente.
Pareció desconcertado un segundo, y aflojó su agarré. Ella se aprovechó de eso y se acercó a mí, liberándose de los pétreos brazos de aquel hombre.
Un estremecimiento recorrió mi cuerpo al verla, y seguí sonriendo.
—Perdona por colgarte. La cobertura aquí no es muy buena—dije.
Me di cuenta de que teníamos demasiado público. Miré a nuestros espectadores y les di a entender que aquí sobraban.
Uno a uno, se fueron alejando del lugar. El último de ellos chocó con Nora, y la hizo trastabillar. Tuve que apretar los puños y concentrarme en mantener la calma para no saltarle encima aquí mismo y partirle el cuello.
Sacudí la cabeza dándome cuenta de lo que había pensado. ¿Qué estaba pasando conmigo?
— ¿Bola Ocho? —Preguntó. — ¿Cómo están las apuestas?
Sonreí. ¿Entablando una conversación?
—No Jugamos por dinero.
― Qué mal. Iba a apostar todo lo que tengo en tu contra. ―Levantó su trabajo, dos líneas ya completas―. Unas pocas preguntas rápidas y me voy.
Fijé mi mirada en el papel.
― ¿Cretino? ―Leí en voz alta, apoyándome en el palo de billar―. ¿Cáncer de pulmón? ¿Se supone que eso es profético?
Se abanicó con el trabajo.
― Asumo que contribuyes a la atmósfera. ¿Cuántos puros por noche? ¿Uno? ¿Dos?
― No fumo.
― Mm-hmm. ―Dijo, colocando el papel entre la bola ocho y la morada lisa. Escribió "Si, fuma puros" en la línea tres.
― Estás jugando sucio. ―Dije, sonriendo ante lo que había hecho.
Hace mucho que no sonreía verdaderamente, no recordaba lo bien que se sentía.
― Espero que no te favorezca. ¿Tú sueño más anhelado? ―preguntó.
No lo pensé mucho. Solo tenía un sueño en la cabeza últimamente. Y, para mi agrado, la haría ruborizar.
― Besarte.
― Eso no es gracioso. ―Dijo. El rojo llenó sus mejillas.
― No, pero te hizo ruborizar.
Se sentó sobre la mesa. Cruzó las piernas, usando la rodilla como tablero de escritura.
― ¿Trabajas?
― Limpio mesas en el Borderline. El mejor mexicano en la ciudad.
― ¿Religión?
Bueno, esa no era mi pregunta favorita. Pero casi esperaba que la hiciera. Puse una mano en mi mandíbula como si estuviera pensando.
― Religión no... Culto.
― ¿Perteneces a un culto? ―parecía sorprendida.
― Y resulta que tengo necesidad de sacrificar a una mujer sana. Había planeado seducirla para que confiara en mí antes, pero si estás lista ahora...
Sabía qué pensaría que me estaba burlando de ella. Nunca creería en la verdad de mis palabras.
― No me estás seduciendo.
― Todavía no he empezado.
Saltó de la mesa y me encaró. La proximidad envió chispas ardientes a mi estomago.
― Vee me dijo que vas en último curso. ¿Cuántas veces has suspendido la biología de segundo año? ¿Una? ¿Dos?
― Vee no es mi portavoz.
― ¿Estás negando haber suspendido?
― Te estoy diciendo que no fui al instituto el año pasado. ―Una vez más, creyó que mentía.
― ¿Faltaste sin autorización?
Tenía la necesidad de responderle sinceramente. Bajé el taco de billar y le hice señas para que se acercara, tal y como hacen los niños cuando quieren contar un secreto. No se acercó.
― ¿Un secreto? ―Dije en tono confidencial―. Nunca antes he ido a la escuela. ¿Otro secreto? No es tan aburrida como esperaba.
Miré su rostro y contuve una sonrisa, sin mucho éxito.
― Crees que estoy mintiendo.
― ¿No has ido a la escuela, nunca? Si eso es cierto, y tienes razón, que no creo que la tengas, ¿qué te decidió a venir este año?
― Tú.
Sabía que eso la haría sentir asustada. Me arrepentí luego de haberlo dicho, pero solo un poco. Era la verdad, pero no quería que saliera corriendo… quería mantenerla allí, de alguna manera.
― Esa no es una respuesta de verdad.
Me acerqué a ella lo suficiente como para que solo hiciera falta una inclinación, si quería besarla. Y quería.
― Tus ojos, Nora. Esos fríos ojos gris pálido son sorprendentemente irresistibles. ―Incliné la cabeza a un lado, estudiándola desde un nuevo ángulo. Mirando sus labios―. Y esos labios sensuales atraen como un imán.
Antes de que pudiera llevar a cabo lo que quería, se alejó. No sin estremecerse ligeramente. Su cuerpo me correspondía.
― Eso es suficiente. Me voy.
Me miró como intentando deducir por qué actuaba así. Supuse que para una humana, mi actitud era sarcástica y engreída. Bien. Eso la mantendría alejada, y así no pondría tantos peros a la hora de matarla.
― Pareces saber mucho sobre mí. ―Dijo―. Más de lo que deberías. Pareces saber exactamente qué decir para ponerme incómoda.
― Me lo pones fácil.
Ella era como un libro abierto, siempre dejaba claro que era lo que le molestaba y lo que no.
― Admites que lo haces a propósito.
― ¿Hacer qué?
― Esto. Provocarme.
Mi mirada que estaba meticulosamente en sus labios, noto el suave fruncimiento de este al decir cierta palabra…
― Repite "provocarme". Tu boca se ve provocadora cuando lo dices.
― Hemos terminado. Termina tu partida de billar. ―me entregó con brusquedad el palo de billar. No lo tomé. Quería que se quedara.
― No me gusta sentarme a tu lado. ―Dijo―. No me gusta ser tu compañera. No me gusta tu sonrisa condescendiente. ―Noté como su cuerpo me decía que estaba mintiendo―. No me gustas tú. ―Dijo, tratando de convencerse más a si misma que a mí, y empujó el palo contra mi pecho.
― Me alegro de que el Entrenador nos pusiera juntos. ―Dije. Pensando en el tipo que se hacía llamar "Entrenador"
― Estoy trabajando para cambiar eso. ―Replicó.
Sonreí ante la idea de que lo intentara. Sabía que el entrenador accedería a su petición, pero si yo influía en su mente, o en la de Nora, eso no pasaría. Mi mirada se desvió a su cabello, y estirando mi mano, dejé caer al suelo lo que tenía allí.
― Un papel. ―le expliqué. Observaba mi muñeca.
― Ese es un desafortunado sitio para una marca de nacimiento. ―Dijo.
Mierda. Bajé la manga casual pero perceptiblemente sobre la muñeca.
― ¿La preferirías en algún lugar más privado? ―pregunté, tratando de distraerla.
Funcionó.
― No la preferiría en ningún sitio. ―Parecía nerviosa―. No me importaría si no la tuvieras en absoluto. ―Realmente estaba nerviosa―. No me importa tu marca de nacimiento, punto.
Bien. Ya tenía suficiente.
― ¿Alguna pregunta más? ―Pregunté―. ¿Comentarios?
― No.
― Entonces te veré en bio.
La vi vacilar, como si quisiera decir algo más. Luego de que se lo pensara mejor, salió disparada hacia la salida.
La observe fijamente hasta que la vi desaparecer.
 
AnnieGrinton

Angel Cap. XI- Fanfic de Hush Hush


Patch POV
 
Me levante temprano a pesar de todo. Hoy el día estaba nublado y amenazaba con llover. Pero no me importaba, no pretendía salir de casa.

Fui hacia la cocina y me prepare un café sin azúcar. Camine por la sala y termine donde siempre, mirando hacia el balcón de Nora.

Hoy hacían dos semanas completas desde la última vez que la vi. Aun no podía creer que fuera capaz de haberme hecho esto.

El día siguiente al que Rixon nos encontró en la sala, espere a Nora hasta el medio día como habíamos quedado, pero nunca llego. Temí que Rixon le hubiera hecho daño, y fui a buscarla. Pero cuando llegue al edificio no me dejaron subir a su apartamento. Dijeron que se había desocupado y que el “señor” Rixon había dado órdenes de que no se abriera hasta que regresara a buscar sus cosas.

Por supuesto que no les creí, bien pudo haberse tratado de una trama de Rixon para alejarme. Me las ingenie para subir a su piso. Tuve que hacerlo por las escaleras ya que el ascensor era muy concurrido. Subí los veinte cinco pisos hasta su apartamento. Toque su puerta como un millón de veces pero nadie salió, no se escuchaba ni un solo sonido dentro. A este punto me encontraba al borde de la histeria. Y si Rixon le hubiera hecho daño? Y si la hubiera…

No termine esa pregunta. No podía ser. De una patada derribe la puerta, esto creo un ruido sordo que lleno todo el piso, alguien subiría a ver. Debía darme prisa.

Recorrí todas las habitaciones una por una. Pero no había nadie. La mitad de los cajones de Nora estaban vacios al igual que la mitad de su closet. Para cuando volví a la sala, el personal de seguridad me esperaba para escoltarme fuera del edifico. Dijeron que no pondrían cargos si pagaba los daños y prometía no volver a pisar ese lugar. Les di el numero de Dante para que el se encargara de esto. No tenía cabeza para negociaciones ahora.

De regreso en mi apartamento, me devane los sesos pensando en que pudo haber provocado que Nora partiera de manera tan precipitada y sin despedirse si quiera.

Toda esta situación me tenia angustiado y con los pelos de punta. Me pase todo el día con el canal de noticias, esperando algún hallazgo de la policía o indicio de que Nora pudo haber desaparecido. Al día siguiente llame a todos los hospitales de la ciudad, pero ninguno tenían registrado a ningún paciente bajo ese nombre.

Entonces comencé a pensar en una posibilidad que no me había planteado antes. Qué si Rixon no le había hecho nada a Nora? Y si fue ella quien decidió irse con el y terminar con nuestra historia?

Rixon era muy influyente en ella. Quizás la había convencido para olvide todo esto y se vaya con el lejos a otro lugar? Pero a donde?

Una semana paso sin que supiera nada de ella. No sabía donde estaba o que le había pasado. Estaba a punto de volverme loco cuando un recuerdo paso por mi mente.

Recordé la última noche en que había visto a Nora en su casa. Me había hablado de su mejor amiga Vee. No tenía idea de donde podría encontrarla ni cuál era su apellido, así que hice el único movimiento que podía hacer.

Fui hasta mi laptop, abri la pagina de Google y teclee “Nora Grey y Vee…” enseguida innumerables artículos llenaron mi pantalla. Todos eran de eventos de sociedad, donde presentaban a Nora junto a una rubia menuda quien decía ser Vee Sky. Vee era propietaria de una tienda de modas de la cual Grey Textiles era principal proveedor. Anote rápidamente la dirección de la tienda  que aparecía en la pantalla y fui por mi moto. Corrí como loco por toda la cuidad y me tuve frente a la tienda en solo veinte minutos.

Era una tienda pequeña comparada con otras de la misma calle. Pero había más gente aquí que en cualquiera de las otras.

Cuando cruce la puerta, la mitad de las mujeres que se encontraban allí giraron a verme y susurraron con sus amigas. Y la otra mitad, me hizo toda clase de insinuaciones con la mirada. Ya me había acostumbrado a ese efecto que causaba en las mujeres, y hoy no estaba de aminos para eso. Camine directo al mostrador.

-Vee Sky?

-Disculpe?

-Necesito hablar con Vee Sky. Es urgente.

-Ella no  se encuentra en estos momentos, ha salido a una reunión con unos proveedores. Estará aquí para las tres de la tarde. - Mire mi reloj que marcaba las once de mañana.

-De acuerdo. Volveré luego.

Fui hasta un restaurante de comida mexicana que había en la esquina llamado Bordelinde. Me acomode en una de las mesas del fondo. Pedí algo de comer y revise las ultimas noticias en mi celular.

Los minutos se me hicieron eternos, pero cuando mi reloj marco las tres me dirigí hacia la tienda. La ansiedad no me dejaba caminar a un ritmo acompasado.

No hizo falta preguntar por Vee otra vez. Al cruzar la puerta ella misma me dio la bienvenida. Sus ojos se sobresaltaron un poco al verme.

-Puedo ayudarle en algo?

-Si. Es usted Vee Sky?

-Así es. Y usted es…

-Jev…Jev Cipriano. Conoce usted a Nora Grey, no?

-Si que la conozco. – Noté un halo de reconocimiento en sus ojos.- por favor sígueme. – se detuvo a medio camino y hablo a la chica del mostrador. - Katy, que nadie nos moleste.

Caminamos a través de la tienda y llegamos a una pequeña sala que había en el fondo con muebles color rosa.

-Siéntate por favor. Café?

-No gracias. Creo que ya he tomado todo el café que me tocaba en la vida.

-Bien. Así que eres el Jev de Nora, eh? Se quedo corta cuando hablo de ti. – conocía a Nora. Modestia era su segundo nombre.

-Si, supongo que si. Sabes dónde está ahora? A donde fue? – no podía esperar más para preguntar, no estaba de ánimo para formalidades.

Ante mi pregunta sus pupilas se dilataron y se acomodo en el sillón. – No sabes donde esta? No te dijo nada?

-No, no lo hizo. Ni una llamada, ni una nota, ni un email. Nada, simplemente desapareció.

-Oh cariño. Esto debió de ser duro para ti.

-Duro? No tienes idea. Me he devanado los sesos tratando de pensar donde pudo haber ido? Que pudo haberle pasado? No confío en Rixon, temía que algo le hubiera pasado.

-Entiendo. Debió avisarte.

-Avisarme que? Hablaste con ella?

-Si, si lo hice. Habíamos quedado de ir a comer el lunes pasado. Fui a su apartamento y me dijeron que se había desocupado.  Llame a Nora y no contesto. Estuve llamando todo el día y nada. Entonces llame a Rixon. Dijo que el celular de Nora se había perdido en la mudanza y que aun no iba por uno nuevo. Que cuando llegara a la casa ella me llamaría. Y así fue. Hable con Nora, dijo que se había ido por un tiempo y que tan pronto como regresará me llamaría para que nos encontremos.

-Y donde fue?

-No lo dijo.

-Pero cómo?

-Escucha cariño si supiera donde esta te lo diría ahora mismo. No me agrada Rixon, haría cualquier  cosa por alejar a Nora de el.

Nora se había ido, con Rixon. Sin decir nada, sin una despedida. Lo había escogido a él en vez de a mi. Y no tuvo el valor para decirlo en mi cara.

-No. Si ella decidió irse con él, entonces que sea feliz. – me pare decido a irme y olvidar todo esto, había sido una perdida de tiempo y esfuerzo.

-No Jev espera.

-Esperar que? A Nora se de cuenta de lo que es mejor para ella? Que reconozca que Rixon solo es un maldito que la engaña con cuanta falda le pasa cerca? No! ya no voy a esperar nada. Si Nora decidió tomar el camino fácil, bien por ella! Yo me largo de toda esta basura.

Camine hacia la salida sin mirar atrás. La ira me nublaba los ojos. Había venido aquí en busca de respuestas. Pero las respuestas eran una porquería.

Conduje de regreso a mi apartamento, todo esto me estaba comiendo por dentro. Necesitaba un whiskey, o toda una botella. Tal vez el alcohol me ayudará a despejar la mente.

Recuerdo haber tomado esta quedarme dormido en el suelo. No quise usar el sofá, aun tenía un leve olor a fresas, al perfume de Nora, así que me senté en el piso frente a la chimenea artificial y ahí desperté el otro el día.

Esta semana he estado organizando todo para regresar a Londres. Dante ha arreglado todo con Grey Textiles. No volví a ver a Rixon. Cuando iba a buscarlo nunca estaba y unos hombres vestidos de negro me impedían la entrada. Era un maldito cobarde, ya lo sabía.

Estaba a mitad de mi café cuando alguien toco la puerta. No fui a abrir, no estaba de amino para nadie. Después de tocar un par de veces, sea quien sea que estuviera afuera, debió cansarse. Vi un pequeño sobre que se deslizo por debajo de la puerta. Fui a ver de que se trataba. Era un sobre dorado, un cuadrado perfecto, fuera decía “Para el Señor Cipriano”. Que podría ser?

Abrí el sobre con curiosidad. Más letras doradas aparecieron frente a mis ojos. Antes de leer supe lo que era. Una invitación a una boda, y no cualquier boda. Las caras de Nora y Rixon en la más grande expresión de felicidad estaban impresas en la invitación. No leí el texto solo la fecha salto a mis ojos, seria en solo una semana.

Me maldije a mi mismo por aun guardar esperanzas. Por aun creer que Nora regresaría y explicaría lo ocurrido. Arrugue el maldito papel y lo lance lejos. Mis ojos se nublaron de la ira. Como se atrevía a desaparecer y luego solo enviar una invitación para su boda con Rixon? De veras creería que yo asistiría? Estaba loca.

Fui por mi teléfono y le marque a Dante.

-Si?

-Prepara mi regreso. Vuelvo a Londres esta misma noche. Ya no tengo nada más que hacer aquí.
M.Xoxo

2 de febrero de 2014

Hush Hush Patch´s POV- Cap. 1

 
 
Coldwater, Maine.
 
Me senté pesarosamente en mi mesa de siempre, casi al final del salón de clase. Fijé la vista en la pizarra, donde un par de muñecos desnudos reposaban debajo de un par de letras que decían "Bienvenidos a la Reproducción humana (Sexo)".
Sonreí para mis adentros. Esta clase sería completamente aburrida, ya que, al fin y al cabo, no me enseñaría nada que no supiera ya.
Una chica que repentinamente se había quedado boquiabierta en la puerta llamó mi atención.
Era Nora.
La contemplé fijamente como hacía siempre, desde que había decidido entrar al instituto. Sus labios ligeramente entreabiertos dejaron escapar un suspiro.
Un estremecimiento me recorrió el cuerpo al mirar su boca, y una vez más, me imaginé mordiendo suavemente su labio inferior. Soñé como sonaría el gemido de placer al salir de su boca… Sus manos aferrándose a mi cabello, en clara señal de que le agradaba.
Sacudí levemente la cabeza para desechar esas imágenes, y me removí algo inquieto en mi mesa, mientras seguía contemplándola, pero esta vez con mi mirada fija en sus ojos. Esos ojos grises que me ponían tan…
Su amiga apareció a su lado. Le susurró algo a Nora entre dientes, y ella soltó una media sonrisa. Mis ojos bajaron nuevamente a sus labios, y contemplé de nuevo aquella boca.
Vamos, Jev. Concéntrate en tu único Objetivo: Matar pensé.
Pero era difícil concentrarse en matar a alguien te atraía como nunca nadie te ha atraído antes. Observé de mala gana como Vee tomaba lugar junto a ella un par de mesas por delante de mí. Si tan solo yo pudiera sentarme a su lado…
— ¡Equipo, a sus asientos! —Dijo aquel hombre que se hacía llamar entrenador, luego de haber hecho sonar esa cosa que le colgaba del cuello. Desde que lo había visto, tenía la clara impresión de que para él, la Biología y el Basquetbol tenían la misma forma de enseñanza. —Puede que no se les haya ocurrido, chicos, que el sexo es mucho más que una visita de quince minutos al asiento de atrás de un coche. El sexo es ciencia. ¿Y qué es la ciencia?
— ¡Un aburrimiento! —dijo alguien del fondo.
Decidí dejar de prestar atención. Por lo general me frustraba la inmadurez de algunas personas, y no quería ponerme de mal humor tan pronto por la mañana.
Dirigí mi mirada nuevamente hacía Nora, y su patética compañera que pensaba que era la reina del mundo solo porque había perdido su virginidad con un chico excitantemente misterioso. Aún me sentía algo incómodo cuando Rixon me recordaba aquello, asegurándome que Vee no lo recordaba porque había introducido en su cabeza la imagen de una persona diferente, alguien que nunca volvería a ver. Me exasperaba lo que había sucedido entre ellos… ¿Cómo esa chica había entregado su pureza a un completo desconocido a la primera? Rixon ni siquiera tuvo que pedirlo dos veces. Tuve que contener el impulso de lanzarme sobre ellas y llevarme a Nora lo más lejos posible de su personalidad tan desfachatada. Con solo pensar que Nora pudiera hacer lo mismo con cualquier chico que se le cruzase…
—El estudio de algo—La voz de Nora interrumpió mis pensamientos y me trajo de vuelta a la realidad. Al parecer, el "entrenador" le había hecho una pregunta.
El hombre se acercó a su mesa, y se inclinó hacía ella. Demasiado cerca.
Cerré mis puños con fuerza, y suspiré. Aléjaterugí en mi mente.
— ¿Qué más? —insistió.
—El conocimiento alcanzado por medio de la observación y la experimentación—Contestó Nora. Contuve una risa. Parecía que se fuera tragado el libro y estuviera escupiendo las palabras que sabía que eran correctas.
El hombre aquel se dio cuenta.
—Dilo con tus propias palabras—le dijo a ella.
Su lengua se abrió paso entre sus labios, tocando la parte superior de este con suavidad. Otro estremecimiento se abrió paso por mi cuerpo. Maldije para mis adentros. No podía permitir que ella tuviera ese grado de influencia sobre mí.
tienes que matarla, Jev. Gánate su confianza y mátala pensé con frustración.
Desvié la mirada de aquellas tres personas, y me concentré en dibujar unos garabatos en el pedazo de papel que reposaba sobre mi mesa. Recordé los motivos por los que estaba en Coldwater.
"—Así que… para ser humano, ¿tengo que matar al descendiente de Chauncey? —pregunté.
No exactamente. Ella tiene que hacer el sacrificio por voluntad propia, o no tendría caso—respondió él.
Reí sarcásticamente.
Oh, claro. Voluntariamente. ¿Es sumamente sencillo, no? Solo tengo que aparecer frente a ella y decirle: "Oye, descendiente de Chauncey, ¿Podrías por favor atravesarte el pecho con esta daga? Es que verás, quiero ser humano y necesito que te suicides" ¿En qué demonios estás pensando, Barba? ¿Crees que morirá solo porque un ángel caído se lo pide? —le pregunté.
Él me miró con una sonrisa jugando en la comisura de sus labios mugrosos.
Los humanos son capaces de morir por amor—dijo él.
Contuve el impulso de vomitar. Hace años que no sentía ni una pizca de simpatía por nadie.
¿me estás diciendo qué…?
Siempre puedes enamorarla—dijo él."
Regresé al presente y ahogué un suspiro. Necesitaba ganarme a Nora lo más pronto posible. Quería un cuerpo humano. Lo quería con todo mí… ¿Ser?
Cámbiame de mesa. Ponme junto a Nora. Ahora Gruñí en la mente del entrenador.
Un sonido agudo y chirriante se escuchó en toda la sala. El "entrenador" llamaba al orden a la clase. Estupendo.
—Quiero que todos los que estén sentados del lado izquierdo del pupitre (éste es el lado izquierdo) se cambien a los del asiento de adelante. Los de primera fila (Si, Vee tú también) se irán al fondo.
No sabía exactamente que sentí al tener la oportunidad de sentarme junto a Nora. Un poco de desesperación por matarla y obtener mi cuerpo cuanto antes, y mucha lujuria por tener tan cerca su cuerpo, también algo de obsesión al querer tocarla y todavía no poder, y ni mencionar el deseo de cubrir sus labios con los míos, aunque no pudiera sentirlos físicamente. Me estremecía con solo mirarlos, sin saber exactamente que tenia ella tan diferente a las demás.
Nora tenía la mirada levantada, estudiando a todas las personas que daban vuelta a su alrededor, hasta que su mirada se posó en mí. Volví a estremecerme. Maldición.
Lancé de mala gana mi cuaderno en la mesa junto a ella, y me senté. Ella me sonrió.
—Hola. Soy Nora—me dijo.
La observé fijamente, y le mostré una ligera sonrisa. Ya lo sé, chica. Vengo a matarte pensé. Ella me devolvió la mirada un poco titubeante por unos segundos, para después dirigirse a la pizarra frente a ella.
Permanecí mirándola mientras el entrenador explicaba lo que había que hacer. Ella parecía incómoda. Una sonrisa amenazaba con dibujarse en mi rostro, pero la contuve. El entrenador continuó hablando. Al parecer, quería un informe detallado sobre toda la información que tenía de Nora. Era fácil. Y para mi satisfacción, este trabajo me haría mantener los ojos alejada de ella un par de minutos.
Cuando el entrenador terminó de hablar, tomé una hoja de mi cuaderno, rasgando el papel y comencé a escribir.
Nora Grey.
-columnista de la revista digital del instituto.
-le gusta la poesía.
-Su música favorita es barroca
-Solo hace ejercicios cuando hay buen clima.
Con mi visión periférica, observé que giraba su rostro para observarme.
— ¿Qué escribes? —preguntó.
—Y además, puede hablar—susurré, mientras lo escribía.
Se acercó a mí, pero no lo suficiente. Intentaba ver lo que había escrito. Doblé el folio por la mitad, acercándole más a mí, instándola a que se acercara aún más por sus intentos de leer.
— ¿Qué has escrito? —quiso saber.
Se estaba exasperando. Me encantaba.
En un intento por más exasperación, tomé su hoja, la arrugué entre mi puño y la arrojé al cesto de la basura. Funcionó.
Enojada sacó otra página de su cuaderno, y preparó su lápiz para escribir.
— ¿Cómo te llamas? —me preguntó.
Sonreí. Su rostro estaba ligeramente rojo por la cólera. Me imaginaba su cara de un tono escarlata si supiera lo que quería hacer con ella.
— ¿Tú nombre? —insistió.
Mi nombre es Jev pensé. Pero no vi necesario recordarle esa información. Además, hace años que nadie me llamaba de esa forma.
—Llámame Patch. Lo digo en serio. Llámame—me insinué.
Guiñe un ojo al decirlo, y contemple con satisfacción como se ruborizaba un poco más.
— ¿qué haces en tu tiempo libre? —preguntó.
—No tengo tiempo libre.
—Supongo que esta tarea lleva nota, así que ¿por qué no me lo pones fácil?
Me recliné en el respaldo de la silla, y crucé mis dedos por detrás de mi cabeza. Era posible que ella no hubiera captado el doble significado de sus palabras.
— ¿Quieres que te lo ponga fácil?
Otra insinuación. No entendía completamente lo que estaba sucediendo, pero me agradaba. Me gustaba ver como se sonrojaba, ver como se enojaba. Y Aún más, me encantaba verla asustada. Si tan solo me recordaras… pensé, irónicamente, recordando el momento en que tuve que borrar su memoria, luego de haberla conocido en aquel restaurante.
—En mi tiempo libre… hago fotos—dije, pensativo.
Observé con incredulidad como escribía "Fotografía" en su hoja.
—No he terminado—dije—tengo una colección bastante completa de una columnista de la revista digital que cree en la alimentación orgánica, que escribe poesía en secreto y que se estremece de sólo pensar que tiene que escoger entre Stanford, Yale y… ¿Cómo se llama esa grande que empieza con H? —Me miraba sorprendida, con la mandíbula colgándole. Contuve una carcajada. —Pero al final no irás a ninguna de ésas.
—Ah, ¿no?
Me resultaba placentero hacerla sentir incómoda, pero ya había perdido el rubor. Quería que lo recuperara. Metí la mano debajo de su asiento y la arrastré más cerca de mí. Su cara se tornó roja de nuevo, pero fingió que no le importaba la proximidad.
—Y aunque consiguieras entrar en las tres universidades, las despreciarías por considerarlas un cliché del éxito—continué—Pontificar es la tercera de tus tres grandes debilidades.
— ¿Y cuál es la segunda? —preguntó, algo molesta.
—No confías en nadie—lo pensé mejor—Rectifico: Solo confías en las personas equivocadas.
— ¿Y la primera?
—Te empeñas en tener todo controlado.
Pude sentir como se estremecía. Pero vi que claramente no estaba dispuesta a dejarse intimidar por mí. Casi reí. Ya lo veríamos.
— ¿Duermes desnuda? —pregunté.
Conocía la respuesta, por supuesto. Antes de entrar al instituto, hubo varias noches en las que iba a espiarla a su casa.
—Claro, a ti te lo voy a contar. —Sonreí.
— ¿Has ido al psicólogo alguna vez?
—No. —Mintió. También conocía la respuesta a esa pregunta.
— ¿Has hecho algo ilegal?
—Pues Claro que no. ¿Por qué no me haces una pregunta normal? Cómo… qué música me gusta—dijo ella, algo irritada.
—No voy a preguntarte lo que puedo adivinar.
— ¿Sabes qué tipo de música me gusta?
—Barroca. Cuando se trata de ti todo tiene que ver con el orden, el control. Apuesto a que tocas… ¿El chelo? —pregunté, conociendo también la respuesta.
—Error.
Dsk. Dsk. Resultaban patéticos sus intentos por mentir. Trate de no reír. Miré una vez más sus labios, tratando de no dejarme llevar por el impulso de acercarme y besarla aquí mismo.
Deseché ese pensamiento inmediatamente. Una vez más, como ya había pasado en varias ocasiones, contemple el acto de matarla. Algo se removió inquieto dentro de mí. Déjate de babosadas, es la única forma de ser humano pensé, antes de saber si realmente esas emociones se debían a que no deseaba matarla.
— ¿Qué es eso? —le pregunté, dirigiendo mi atención a la marca en su muñeca.
Sabía lo que era, por supuesto. Ella se alejó, como si repudiara mi contacto.
Me sorprendí.
—Una marca de nacimiento.
—Parece una cicatriz. ¿Eres suicida, Nora? —la miré. Esperaba que contestara "Si, soy suicida y estoy esperando que un ángel caído venga a pedirme que me mate para él" pero sabía que eso no pasaría. — ¿Padres casados o Divorciados?
—Vivo con mi madre.
— ¿Y tú padre?
—Murió el año pasado.
— ¿Cómo murió?
—Lo mataron. Ésas son cosas personales, si no te importa—dijo, con voz queda.
Estaba incomoda, podía sentirlo. Pero por primera vez no me sentía feliz con esa situación. Ese tema parecía lastimarla. No quería lastimarla… aún.
—Tiene que ser duro. —le dije, medio disculpándome.
Me encontré pensando en cuanto había sufrido esta chica antes de que yo apareciera… Si tan solo yo pudiera…
El timbre de salida me devolvió a la realidad.
Me levanté del asiento rápidamente antes de que me pusiera a consolar a la pelirroja. ¿Qué me estaba pasando? Era justo como ese día en el restaurante… Cuando tenía la necesidad de…
—Espera—escuché llamarla a mis espaldas. — ¡Un momento! —Continué caminando— ¡Patch! Aún no tengo nada sobre ti.
Con el bolígrafo aun en la mano, me acerqué a ella y escribí en su palma mi número telefónico antes de darme cuenta realmente de lo que estaba haciendo.
—Esta noche estoy ocupada—dijo ella, observando su mano.
—Yo también—le dije.
Di media vuelta y me encaminé al estacionamiento, a por mi moto. Sabía que llamaría, tarde o temprano. Y estaba ansioso por esa llamada.

AnnieGrinton


Angel Cap. X- Fanfic de Hush Hush


Nora POV
 

 
Estaba exhausta. Me había pasado todo el día de compras con Vee, y ella era imparable. Me arrastro de tienda en tienda haciéndome comprar las cosas mas comprometedoras.

Vee era mi mejor amiga, y sabía todo sobre mí. Le había contado acerca de Jev y se puso como loca. Hizo preguntas hasta que me dejo mareada. Cuando me preguntó que si ya lo habíamos “hecho”, le dije lo que me había dicho Jev unas semanas antes cuando las cosas se fueron un poco lejos en su apartamento.

Recuerdo que yo le estaba desabrochando el pantalón y él agarro mis manos.

-Que pasa?-pregunte sorprendida.

-Espera Nora. –Dijo con voz ronca. –quiero tenerte. No sabes cuánto. Quiero sentirte de todas las formas posibles. Pero no cuando tienes que salir huyendo después de una llamada y volver a él. Quiero que cuando te haga el amor, sea para te quedes acurrucada a mi lado, y no tengas que irte.

No le contesté. Se me había hecho un nudo en la garganta. Hasta ese momento me di cuenta de lo que toda esta situación significaba para el. Tenia que compartirme y esa idea no parecía agradarle. Sentía que el se contenía conmigo, que no era como le gustaría ser. Y todo eso, era debido a esta situación.

-Estas bromeando? En serio eso te dijo? –Vee me miraba incrédula. – No puede ser! Que romántico! Y si esta tan cañón como me dices tienes que retenerlo contigo! No quiero que lo pierdas por el idiota de Rixon.- al ver mi expresión agregó.- lo siento.

A Vee no le agradaba Rixon, para nada. Y me lo dejaba en claro cada vez que la veía. Decía que el no era suficiente para mi, nunca supe a que se refería, hasta que conocí a Jev. El si que era suficiente.

Me hizo comparar la lencería más diminuta de Victoria´s Secret con el propósito de provocar a Jev.

-A ver si con esto es capaz de aguantarse por mucho mas tiempo. – me mostraba una diminuta prenda interior en forma de tanga color rojo. Se me subieron los colores al rostro.

Ahora todas aquellas exóticas prendas posaban en sobre mi cama. Las ordenaría mas tarde. No quería que Rixon las viera, no eran para el. Al pensar en eso, no pude evitar sentirme culpable.

-Que pensaría él si se enterara de esta situación? –dije en voz baja para mis adentros.

El timbre de la puerta sonó y fui a abrir. No esperaba a Rixon tan temprano, pero no tenia idea de quien podría ser.

Mi duda tuvo respuesta pronto. Era Jev, mi corazón dio un salto al verlo. Tenia el cabello mojado aun, parecía que acababa de ducharse. Llevaba una camiseta azul de cuello, unos jeans negros y zapatos cerrados. Su chaqueta negra abierta.

-Jev.- dije sin poder controlar la alegría de verlo.

-Hola. He traído vino. – hasta ese momento me fije en la botella que llevaba en las manos.

-Genial.

-No me invitas a pasar?- pregunto dudoso al ver que no me retiraba de la puerta.

-Oh lo siento. Claro pasa… es solo que Rixon… - deje la oración sin terminar.

-Que no te llamo? – pregunto desde el recibidor. – dijo que iría a una fiesta con unos amigos, y que te llamaría.

-Bueno no… no lo hizo. Pero es así, entonces bebamos esa botella.

Cuando Rixon se iba de fiesta, generalmente llegaba muy tarde. Podría tomar vino con Jev y charlar un rato.

Le indique que se sentara en el sofá rojo de la sala y fui a buscar un par de copas y un sacacorchos en la cocina. Entonces pensé en algo.

-Jev.

-Si. – me contesto desde el sillón.

-Como encontraste mi apartamento? Habías estado aquí antes?- Le entregué el sacacorchos y puse las copas en la mesita.

-Bueno, tu apartamento se ve desde mis ventanas. Supuse que seria uno de los últimos pisos. Lo demás fue solo suerte.- rio por lo bajo.

Conociéndolo debió sobornar al recepcionista con una buena cantidad de dinero.

Sirvió el vino en las copas y me paso una. Di un trago a la mía.

-Y bien. Donde están?

-Donde están que? – pregunte con incertidumbre.

-Tus pinturas. Quiero verlas.

-Oh! claro… Ven te las mostrare. Están un cuarto al fondo del pasillo.

Caminamos por el corredor pasando varias puertas. Jev me seguía de cerca. Lo sentía pegado a mi trasero cada tres pasos. Cuando llegamos al final del pasillo trate de abrir la puerta, entonces recordé que la había cerrado con llave. No quería que Rixon entrara y por error viera el cuadro de Jev que colgaba de la pared. Pero Rixon no entraba aquí, le parecía muy estúpido todo esto.

-Necesito la llave. Iré por ella.

Lo deje parado junto a la puerta, pero sabia que me seguiría. No se apartaba de mí un segundo cuando estábamos juntos. Fui hasta el closet en busca de la pequeña caja donde había guardado la llave.

-Interesante. – dijo Jev a mis espaldas. Me gire para ver a que se refería con aquella afirmación.

Jev sostenía una de mis diminutas prendas en sus manos, examinándola con cuidado. Era la tanga roja que me había mostrado Vee antes. Todas las demás aun posaban sobre mi cama donde las había dejado. Se me subieron los colores al rostro.

-No…no es nada.- camine hacia el quitándole la prenda de las manos y tratando de recoger las demás.

-Festejaras algo esta noche? – su rostro se oscureció por su pregunta. El creía que esto era para Rixon. No soportaba verlo así.

Rápidamente guarde las cosas en una de las gavetas. Luego me recosté posando las manos en mi peinadora de frente a el. Baje la vista al suelo antes de hablar.

-No son para Rixon… mi amiga Vee me hizo comprarlas…para ti. – esto pareció animarlo, que era justo lo que yo quería.

-Vee? La conozco?

-No…no. Ella es mi mejor amiga. Sabe todo sobre nosotros.

-Y te llevo a comprar todo esto… para mi?- un amago de sonrisa cruzo por sus labios.

-Sip. Así es. Digamos que Rixon no es exactamente su persona favorita en Nueva York. Así que está muy feliz por nosotros.

-Agradece a tu amiga de mi parte.

-Lo haré.- los dos reímos por lo bajo. – vamos, te mostrare mis pinturas.

Entramos a la habitación en silencio y fui a encender las luces. Jev entro detrás a mí. Con las luces encendidas la habitación mas larga que ancha, se llenaba toda de luz. Habían fuertes lámparas en todas partes. Cuando pintaba tenía que parecer de día aunque fuera de noche.

Jev camino observando mis pinturas. Las que estaban colgadas a la pared y las que estaban apiladas al fondo.

-Que modesta fuiste. Eres genial!- miraba a todas partes maravillado.

-Lo se, lo se. –dije con fingida presunción.

-No, en serio Nora. Eres magnifica.- se giro en mi dirección y sus ojos se fueron a las pinturas que estaban colgadas al lado de la puerta. – me pintaste?

Mire al cuadro que me señalaba. Lo había terminado  apenas hace unos días.

-Si, eres tú. Lo pinte después de la primera vez que te vi. Me veías desde las ventanas de tu apartamento.

-Lo recuerdo. Como podría olvidarlo. Estabas preciosa esa mañana. Recuerdo haber estado frustrado por haber venido aquí, Nueva York no rea mi cuidad favorita en el mundo. Pero luego de verte esa mañana, supuse que las cosas no irían tan mal después de todo. – me dedico una sonrisa tierna y paso su mano por mi mejilla.

-También te veías muy guapo. – le devolví la sonrisa.

Se acerco al cuadro y paso sus dedos por el oleó fresco.

-Se ve tan real, parece una fotografía. No lo has firmado. Porque?

-No acostumbro a firmarlos a menos que vaya  a regalarlos a alguien.

-Y este? Me lo darías?

-Lo quieres?

-Si. Se vería perfecto en mi departamento. No tengo muchos cuadros en la pared.

-Claro que te lo daría. Deja que lo firme.

Fui por frasco de pintura al estante y tome un pincel. Lo firme con cuidado en la parte inferior derecha. Lo puse en una bolsa de papel y se lo entregue.

-Que lo disfrutes.

-Eso hare. –una sonrisa.- Pero en serio Nora, porque no haces una exposición?  Eres genial en esto.

-Bueno… no lo se yo… - no termine de hablar y baje la mirada.

-Es Rixon, cierto? No quiere que lo hagas?

-No… no es eso. Es solo que cree que debería invertir mí tiempo en algo más productivo, como la empresa.

-Algo mas productivo? Y como llama el esto? Tus pinturas se venderían por miles de dólares. Todos querían tener uno de tus cuadros. Acaso no te gustaría eso?

-Si, me gustaría, realmente me encantaría pero…

-Porque te haces esto Nora? Porque permites que el decida por ti? Es enfermizo.

-No sabes lo que dices. No es así. El no decide por mí. Es solo que… yo… no siento que pueda hacerlo.

-Claro porque el no te apoya en esto.

-Tal vez pero…

-Ya basta Nora, deja de justificarlo! Que no te das cuenta de que solo eres un objeto para el? El hasta te… - dejo de hablar y apretó los dientes. Una ira que yo no entendía nublaba su rostro cuando hablaba de Rixon.

-Ya basta Jev! No tienes derecho a hablar así de Rixon. No lo conoces! El estuvo conmigo cuando mas lo necesitaba, fue el único que se quedo a mi lado aguantando mis cambios de humor, mis pesadillas por las noches, mis penas. Tú no estuviste ahí. No sabes lo que dices.- cuando termine de hablar sollozaba y una lagrima rodaba por mi mejilla.

Se acerco a mí y tomo mi rostro entre sus manos. Con su dedo pulgar limpio la lagrima y levanto mi rostro para que lo mirara.

-Nora…entiendo por todo lo que tuviste que pasar. Perder a tus padres, perderlos a ambos en un minuto  y verte  sola y desamparada no debió ser fácil para ti. Pero ya es tiempo de lo superes. El solo se aprovecho de toda tu situación y pena, y tú se lo permitiste.- dejo caer su mano de mi cara. – será mejor que me vaya.

Caminó hacia la puerta con el cuadro en manos. El no sabía de lo que hablaba. Rixon había representado mucho para mí, y no podía simplemente sacarlo de mi vida sin más.

Pero, y si Jev tenía razón? Y si Rixon solo se había aprovechado de todo para sacar ventaja? Vee también pensaba lo mismo.

Recuerdo la primera vez que lo vi. Fue su primer día de trabajo. Había impresionado a mi padre en la entrevista y le había dado el puesto ese mismo día. En su recorrido paso varias veces por el taller donde yo creaba las campañas publicitarias, pero nunca me miro más de unos segundos.

Una noche, mi padre lo invito a casa a cenar, y nos conocimos formalmente. Desde esa noche en que supo que yo era la única hija y heredera de Harrison Grey, empezó a llamarme en la oficina, a hacerme invitaciones a cenar y a enviarme flores.

Me había parecido un buen chico entonces, y mi padre estaba de acuerdo. Así que empezamos a salir. Nunca me paso por la cabeza que él se había acercado a mi solo por mi estatus.

En cambio Jev, me quiso sin saber quien yo era, sin saber mi apellido o lo que eso implicaba. Se había quedado a mi lado a pesar de Rixon, y había esperado con paciencia mi decisión.

No quería que se fuera, no así. Corrí tras él, tenía que alcanzarlo. Cuando llegue a la sala estaba parado junto a la puerta abierta  poniéndose la chaqueta.

-Espera, no te vayas.

-Nora, es evidente que no vas a dejarlo. Es como si él se hubiera convertido en tu dios y salvador.

-No es así Jev… yo no quiero que te vayas.

Cerró la puerta de una patada evidentemente frustrado y se giro a verme. – Bien Nora, dame una sola razón por la que no debería atravesar esa puerta y tomar un vuelo a Londres esta misma noche.

-Por que... te amo… a ti, no a él.

Me miro por un segundo y luego de dos zancadas estuvo a mi lado. Nuestros labios se encontraron con la habitual danza frenética y fuimos a parar al sofá.

Estábamos tan absortos en tocar nuestros cuerpos, que no escuchamos cuando la puerta se abrió y entro Rixon. Nos dimos cuenta cuando hablo, su voz alarmada y difuminada por el alcohol, estaba borracho.

-Nora! Que esto?

Cuando pude incorporarme para verlo Jev ya se hallaba frente a mí, interponiéndose entre Rixon y yo.

Rodee a Jev por detrás, rápidamente para que no pudiera detenerme y camine hacia Rixon, quien aun mantenía la puerta abierta apoyándose.

-Rixon espera…-lo que paso a continuación fue muy rápido.

-Eres una cualquiera! – escuche la voz de Rixon mientras sentía el dorso de su mano en mi cara. Como no esperaba el golpe perdí el equilibrio y me fui al piso chocando mi cabeza con el pequeño armario junto a la puerta.

Lo siguiente que vi fue a Jev alcanzar a Rixon con tres agiles pisadas. Antes de que pudiera ponerme en pies, le encesto tres golpes. Uno por encima del ojo, otro en la mandíbula cerca del labio y uno más en el estomago.

-Basta Jev vas a matarlo.- corrí a interponerme entre ellos, para tratar de parar a Jev. Pero este se las arreglo para mandar otro golpe a la cara de Rixon, que paso rozando mi oreja.

-Basta!- entonces lo soltó y Rixon se desplomo en el suelo.

Lo mire un segundo. Sangre salía de su boca y sobre su ojo. Repetía mi nombre una y otra vez.

-Nora… ayúdame Nora…maldición.

Rixon siguió balbuceando en el piso. Me dirigí a Jev.

-Tienes que irte.

-No te dejare sola con este maldito. – paso su dedo pulgar por mi frente y había sangre en su mano. Su mandíbula estaba apretada y se le dificultaba hablar.

-Escucha el no va a hacerme daño, ni siquiera puede mantenerse en pie. – No tenía planes de dejarme.- Jev por favor vete, te prometo que a partir de mañana haremos las cosas a tu manera. Hablare con Rixon y me iré a vivir contigo si es lo que quieres. – la idea pareció gustarle.

-Solo le rompí la mandíbula. Pero si el vuelve a poner una mano sobre ti, será solo la primera cosa que voy a  romperle. – Lo miro tirado en el piso y luego volvió a mí. – me  iré, pero mañana te quiero en mi casa antes del medio día. No quiero que pases un segundo más junto a este tipo. Si no estás allá para esa hora, vendré por ti yo mismo.

Dicho esto se fue cuadro en manos. Cerré la puerta y mire a Rixon que aun balbuceaba mi nombre.

-Ya estoy aquí. Vamos a limpiarte.

 M. Xoxo