Nora POV
El mar, azul y cristalino, brisa salada
y sol. Era lo único que veía desde aquí. Las olas moviéndose en una danza
interminable, libres de ir venir, bañando la playa. Yo ya no poseía esa
libertad.
En el lugar en el que me encontraba
seria el sueño de cualquiera. Miami Florida, un lugar hermoso para visitar. Había
estado muchas veces aquí antes, con mis padres, con Vee, con Rixon…
Rixon… no sé cómo pude llegar a creer
que lo amaba, que lo conocía. Antes me había parecido un buen hombre, con sus
defectos como todos, pero nunca vi maldad en el. Pero Rixon no era lo que yo
pensaba, y me lo demostró de la peor manera.
Y Jev, oh Jev… cuanto lo había extrañado
todos estos días. No había una sola noche en la que no soñara con él. Aun estaría
en Nueva York? Que le habría dicho Rixon? Qué clase de mentiras le habría contado?
Ni una despedida, ni un adiós. Todo paso
muy rápido. Desde entonces solo miro al mar por la misma ventana, condenada en
mi propia casa.
-Su desayuno.- dijo una voz desde
afuera. La única voz que oía hace días. Era de un hombre fuerte y robusto, uno
de los secuaces que Rixon había contratado para “protegerme”, creo que se
llamaba Julio.
Pero no iba a abrir, tenía el estomago
cerrado por la ansiedad. Tenía que salir de aquí, a toda cuesta.
Rixon me había traído aquí después de
esa noche en la que me encontró besando a Jev. Lo recuerdo como si fuese ayer,
y no hace dos semanas.
Esa noche cure las heridas de Rixon, le
di una ducha fría y lo lleve a la cama. Cuando termine mi ropa estaba hecha un
desastre, todo sangre y suciedad. Me limpie y me fui a la cama. Esa debió ser
mi última noche junto a Rixon, pero él tenía otros planes.
-No lo veras otra vez.- había dicho la
mañana siguiente al despertarme. Estaba parado junto al buro con una tasa de café
en la mano, con los vendajes que le había puesto y un impecable traje gris.- Te
convertirás en mi esposa y no aceptare otra falta como esta. Lo tomare como una
rebeldía, un acto de desafío. Así eres, como una niña malcriada que no sabe
tomar las decisiones correctas, entonces yo las tomare por ti.- dejo la tasa sobre
la mesa.
Yo había enmudecido, no podía encontrar
mi voz. Una mezcla de rabia y frustración me recorrían.
-Nos iremos. Ahora. No puedo salir del país
por cuestiones de la empresa, así que iremos a la casa en Miami, no quiero que estés
cerca de el un minuto más.
-Pero qué…? De que estás hablando! Tú no
puedes… no puedes…
-Oh si! Claro que puedo! Vas a ser mi
esposa Nora! Y no voy a aceptar que me veas la cara mientras te revuelcas con
un completo desconocido! En mi casa!- su cara se había descompuesto. Toda la
calma que trataba de aparentar se fue abajo. Camino hacia mí, yo estaba aun en
la cama, apretaba con fuerza las sabanas. Se acerco y puso su rostro a centímetros
del mío, podía sentir su respiración forzada. – Nos iremos ahora, y no volverás
a verle.- dicho esto camino hacia la puerta, dejándome con las palabras
atascadas en la garanta.
Baje de la cama dispuesta a
enfrentarlo, el no podía hacerme esto. Tenía que hablar con Jev rápido. Antes de
Rixon salir por la puerta, dos hombres con traje negro entraron en mi habitación.
Uno de ellos con un pañuelo blanco en la mano y el otro se paro al lado de la
puerta listo para detenerme si intentaba salir.
-Rixon… -llegue a balbucear por la
sorpresa.
-Tranquila Nora, ya me lo agradecerás.
El hombre que tenía el pañuelo camino
hacia mí, trate de huir pero no llegue muy lejos. El hombretón deslizo el
pañuelo sobre mi cara, rompiendo fácilmente mi resistencia, y todo se volvió negro.
Desperté en esta habitación, una maleta
con la mitad de mis cosas sobre la cama, y dos días después volví a ver a
Rixon. Entro en la habitación con toda normalidad, dándome los saludos
mañaneros. Cuando lo vi no pude más que gritarle y arrojarle todo tipo de
cosas. Desde entonces no entra, solo desliza por puerta lo que quiere que vea. Como
esta mañana, cuando deslizo un sobre en forma rectangular blanco. Al abrirlo vi
que se trataba de una invitación a una boda, la nuestra.
-Adivina quién será el primer
afortunado en recibirla?- había dicho Rixon desde el otro lado de la puerta. –Se
que Jev estará encantado de asistir.
-No! – un sonido grutal había salido de
mi garganta. El no podía, simplemente no podía hacerme esto.
Estaba decidida a salir de aquí, y ya estaba tramando un plan
para hacerlo. Tan pronto Rixon se fuera, lo pondría en marcha.
Solo tendría un intento y tenía que
funcionar. Debía de llegar al apartamento de Jev en Nueva York, rezaba para que
aun estuviera allí, no se haya marchado ya. El era mi única esperanza.
M. Xoxo