30 de abril de 2014

Angel Cap. XII -Fanfic de Hush Hush

Nora POV





El mar, azul y cristalino, brisa salada y sol. Era lo único que veía desde aquí. Las olas moviéndose en una danza interminable, libres de ir venir, bañando la playa. Yo ya no poseía esa libertad.

En el lugar en el que me encontraba seria el sueño de cualquiera. Miami Florida, un lugar hermoso para visitar. Había estado muchas veces aquí antes, con mis padres, con Vee, con Rixon…

Rixon… no sé cómo pude llegar a creer que lo amaba, que lo conocía. Antes me había parecido un buen hombre, con sus defectos como todos, pero nunca vi maldad en el. Pero Rixon no era lo que yo pensaba, y me lo demostró de la peor manera.

Y Jev, oh Jev… cuanto lo había extrañado todos estos días. No había una sola noche en la que no soñara con él. Aun estaría en Nueva York? Que le habría dicho Rixon? Qué clase de mentiras le habría contado?

Ni una despedida, ni un adiós. Todo paso muy rápido. Desde entonces solo miro al mar por la misma ventana, condenada en mi propia casa.
-Su desayuno.- dijo una voz desde afuera. La única voz que oía hace días. Era de un hombre fuerte y robusto, uno de los secuaces que Rixon había contratado para “protegerme”, creo que se llamaba Julio.

Pero no iba a abrir, tenía el estomago cerrado por la ansiedad. Tenía que salir de aquí, a toda cuesta.

Rixon me había traído aquí después de esa noche en la que me encontró besando a Jev. Lo recuerdo como si fuese ayer, y no hace dos semanas.

Esa noche cure las heridas de Rixon, le di una ducha fría y lo lleve a la cama. Cuando termine mi ropa estaba hecha un desastre, todo sangre y suciedad. Me limpie y me fui a la cama. Esa debió ser mi última noche junto a Rixon, pero él tenía otros planes.
-No lo veras otra vez.- había dicho la mañana siguiente al despertarme. Estaba parado junto al buro con una tasa de café en la mano, con los vendajes que le había puesto y un impecable traje gris.- Te convertirás en mi esposa y no aceptare otra falta como esta. Lo tomare como una rebeldía, un acto de desafío. Así eres, como una niña malcriada que no sabe tomar las decisiones correctas, entonces yo las tomare por ti.- dejo la tasa sobre la mesa.

Yo había enmudecido, no podía encontrar mi voz. Una mezcla de rabia y frustración me recorrían.

-Nos iremos. Ahora. No puedo salir del país por cuestiones de la empresa, así que iremos a la casa en Miami, no quiero que estés cerca de el un minuto más.

-Pero qué…? De que estás hablando! Tú no puedes… no puedes…

-Oh si! Claro que puedo! Vas a ser mi esposa Nora! Y no voy a aceptar que me veas la cara mientras te revuelcas con un completo desconocido! En mi casa!- su cara se había descompuesto. Toda la calma que trataba de aparentar se fue abajo. Camino hacia mí, yo estaba aun en la cama, apretaba con fuerza las sabanas. Se acerco y puso su rostro a centímetros del mío, podía sentir su respiración forzada. – Nos iremos ahora, y no volverás a verle.- dicho esto camino hacia la puerta, dejándome con las palabras atascadas en la garanta.

Baje de la cama dispuesta a enfrentarlo, el no podía hacerme esto. Tenía que hablar con Jev rápido. Antes de Rixon salir por la puerta, dos hombres con traje negro entraron en mi habitación. Uno de ellos con un pañuelo blanco en la mano y el otro se paro al lado de la puerta listo para detenerme si intentaba salir.

-Rixon… -llegue a balbucear por la sorpresa.
-Tranquila Nora, ya me lo agradecerás.
El hombre que tenía el pañuelo camino hacia mí, trate de huir pero no llegue muy lejos. El hombretón deslizo el pañuelo sobre mi cara, rompiendo fácilmente mi resistencia, y todo se volvió negro.

Desperté en esta habitación, una maleta con la mitad de mis cosas sobre la cama, y dos días después volví a ver a Rixon. Entro en la habitación con toda normalidad, dándome los saludos mañaneros. Cuando lo vi no pude más que gritarle y arrojarle todo tipo de cosas. Desde entonces no entra, solo desliza por puerta lo que quiere que vea. Como esta mañana, cuando deslizo un sobre en forma rectangular blanco. Al abrirlo vi que se trataba de una invitación a una boda, la nuestra.

-Adivina quién será el primer afortunado en recibirla?- había dicho Rixon desde el otro lado de la puerta. –Se que Jev estará encantado de asistir.

-No! – un sonido grutal había salido de mi garganta. El no podía, simplemente no podía hacerme esto. 

Estaba decidida  a salir de aquí, y ya estaba tramando un plan para hacerlo. Tan pronto Rixon se fuera, lo pondría en marcha.


Solo tendría un intento y tenía que funcionar. Debía de llegar al apartamento de Jev en Nueva York, rezaba para que aun estuviera allí, no se haya marchado ya. El era mi única esperanza.


M. Xoxo