Patch Pov
Ventanas. Las malditas ventanas
donde siempre terminaba. No importaba cuanto lo evitara, siempre llegaba a este
lugar. Siempre terminaba imaginándomela allí.
Camine a mi habitación y cerré mi
última maleta. Llevaba algunas cosas para mi madre que sabía que le iban a
gustar. Dante había programado mi vuelo para esta noche. No quería estar aquí no
un minuto más, no después de la invitación que recibí.
Tome mis llaves y mi chaqueta, tenía
unas ultimas cosas que hacer en la cuidad antes de irme. Las haría y me iría de
aquí, con esperanza de nunca tener que regresar.
Nora Pov
Diez, nueve, ocho…tres, dos, uno…bien!
Dos horas completas desde que Rixon se fue, debía de estar lo suficientemente
lejos como para no volver. Había ideado un plan de escape y era hora de ponerlo
en marcha.
-Oigan! – golpee la puerta. –hey!
Ustedes allá fuera!
-Si?
-Abran la puerta, necesito ayuda.
– diez segundos dudas después, la puerta se abrió.
-Que necesita? –uno de los
hombretones de Rixon eclipso la puerta con su gran tamaño.
-Es mi periodo. Necesito tampones.
El hombretón en la puerta mira al
que estaba justo detrás de él. Este le respondió levantando los hombros.
-Llamare a Rixon.-Cerro la puerta
otra vez, y me pegue a ella para escuchar lo que diría. Segundos después la puerta
se abrió y el hombretón me ofreció el teléfono.
-Si?
-Nora, que pasa?
-Es mi periodo, si? Necesito tampones.
-Bien, dile a los hombres de cual
los quieres y ellos los traerán para ti.
-No, claro que no. No voy a dejar
que estos idiotas los compren, sabrá Dios que podrían traer.
-Nora…
-Escucha Rixon, es mi periodo,
necesito los malditos tampones y pronto!- hizo silencio por tanto tiempo que pensé
que había colgado.
-Iras con los hombres a
comprarlos en la farmacia mas cercana. Estarás con ellos todo el tiempo y no
intentes nada estúpido, o habrán varias personas que lo pagaran, entendido?
-Si…
-Bien. Pásale el teléfono a Víctor.-le
di el teléfono al hombretón, y este asentía a las indicaciones de Rixon.
-Vamos.- dijo luego de cerrar.
Regrese a la habitación y tome mi
chaqueta, llevaba jeans, un polo azul y zapatillas para correr. Estos hombres podían
ser muy fuertes, pero ya quería verlos tratando de alcanzarme.
Camine escalera abajo dándole forma
a mi plan en mi cabeza. Debía de buscar la forma de alejarme de ellos, solo
unos minutos bastarían. Rixon me había quitado todas mis tarjetas de crédito. Pero
siempre tenia el dinero de emergencia en mi maleta, por si debía de salir rápidamente
de casa en algún momento. Así que ahora contaba con trescientos dólares que
descansaban en mi pantalón. El viaje de Miami a New York me tomaría todo un día
en tren, y estoy segura de que los hombres de Rixon se dirigirían allá una vez
se den cuenta que me había ido.
Con una descarga de adrenalina corriendo
por mi cuerpo me subí en el auto. Todo mi cuerpo estaba tenso, preparado para el
reto.
La idea era que los hombres se
cansaran de este viaje lo suficiente para dejar de seguirme. Los lleve creo que
por todas las farmacias que hay en Miami. Dos horas después nos detuvimos
frente a una muy grande que tenia varios departamentos.
-Aquí si puedo encontrar los que
uso. Solo me tomara un minuto. –como no había intentado escapar antes, los
hombres se confiaron de mi declaración y me dejaron entrar sola. Dos de ellos
se pararon a cada lado de la puerta, mientras los otros dos se recostaron
despreocupadamente del auto negro.
Camine por la tienda por unos
minutos y tome una caja de tampones verde. Fui hasta la caja.
-Disculpa. Cuánto cuestan? – dije
a la morena que estaba detrás del mostrador cuyo largo cabello caía lacio a
ambos lados de su cara.
-Espera.- pasó la caja por el
verificador.- son veinte dólares.
-Uh…bien. Escucha, tienen una
puerta trasera?- pregunte tratando de poner toda la ingenuidad posible en mi
cara, para no levantar sospechas.
-Si, es por ahí.
-Gracias.- le dije con una
sonrisa no fingida.
Camine hacia los anaqueles
dejando la caja verde en su lugar, di una última mirada a los hombres que
estaban fuera. Estaban bromeando unos con otros y mirando a las chicas que
pasaban. Era mi oportunidad, ahora o nunca.
Me dirigí despacio a la salida de
emergencia, mirando los anaqueles que estaban cerca. Una vez estuve en el
umbral, donde los altos espejos de decoración me tapaban completamente eche a
correr.
Corrí por el estrecho pasillo. Corrí
como nunca no había hecho. Salí a un callejón lleno de tanques de basura, la única
salida daba justo donde estaban los hombres esperándome, así que corrí en dirección
opuesta. Había una maya que dividía la propiedad de un taller de autos.
Salte por la malla y corrí
pasando a unos hombres que me miraron con expectación, pero no trataron de
detenerme. Tenía que llegar a la estación del tren. No sabía si los hombres ya
se habían percatado de mi ausencia, pero no iba a mirar atrás para averiguarlo.
Veinte minutos de correr después,
me detuve frente a la ventanilla para comprar un boleto sin escalas a New York,
con un poco de suerte, estaría allí para el atardecer. Pague el ticket y camine
hacia la zona de abordaje. Compre una gran botella de agua, galletas y unos
chocolates, tape mi cara cubriendo mi cabeza con mi abrigo y me subi al tren.
Una vez el tren se puso en marcha
pude relajarme. Trate de no pensar en Rixon y como estaría ahora, buscándome por
toda la cuidad, o enviando a sus hombres a Nueva York. Cuando la adrenalina
abandono mi cuerpo me sentí cansada, había corrido tanto que me dolían los pies.
Puse seguro a la puerta de mi pequeño compartimiento, y me recosté en el sillón
cama rojo. Con el rostro de Jev en mi cabeza, caí en la inconsciencia.
***
Cuando desperté estaba cayendo la
tarde tras la ventanilla. Una voz anunciaba que llegaríamos en diez minutos. Me
puse mis zapatos, peine mi cabello lo mejor que pude con mis dedos y comí las
galletas.
En eso estaba cuando el tren llego
a la estación, fui de los últimos pasajeros en salir. Canime despacio y con mi
abrigo cubriendo mi cara. Había tomado uno reversible y ahora lo usaba del lado
negro, no amarillo como cuando estaba con los hombres en el auto.
Vi varios hombres en traje
repartidos por toda la estación. Me las arregle para pasar inadvertida. Tome un
taxi afuera y le indique donde ir. Condujo por las concurridas calles, mientras
yo me devanaba los sesos pensando si Jev había regresado ya a Londres.
Le dije al taxi que rodeara el edifico
donde estaba el departamento de Jev. Había hombres por todas partes, unos en
traje otros vestidos con jeans in chaquetas. No podía decir cuáles eran los secuaces
de Rixon y cuáles no.
Nos detuvimos en la parte trasera
del edificio. Le pague al conductor y espere que se fuera. Salte la malla, tal
como lo había antes en la farmacia, y camine por los tanques de basura. Entre por
la cocina, le di cincuenta dólares al chico que lavaba los platos para que me
ayudara a salir sin ser vista. La mitad de los empleados aquí me conocían, me habían
visto varias veces junto a Jev y no se negaron a ayudar.
Fue por un carro de limpieza y me
ayudo a meterme dentro. Deslizo el carro hasta el ascensor mas cercano y oprimió
el botón del penhouse. Cuando las puertas de ascensor de abrieron el chico miro
a todos lados antes de abrir el carrito.
-Puedes salir. Unos hombres se
han pasado la tarde subiendo y bajando de este piso. Tendrás por lo menos
veinte minutos antes de que vuelvan a subir. Suerte.
Asentí con un nudo en la garganta
sin poder decir nada. Camine por el pasillo con los ojos muy abiertos.
Toque una vez la puerta. Nada paso.
Toque otra vez. Nada.
La adrenalina del miedo comenzó a
correr por mi cuerpo. Golpee la puerta con toda mis fuerzas, pero no hubo
respuesta. Me desplome en el suelo con la espalda contra la puerta. Abrace mis
piernas mientras lagrimas corrían por mis ojos. Estaba pérdida, pronto los
hombres de Rixon subirían y me encontrarían aquí. Podía huir, ir por ayuda,
pero ya no quería. Si Jev se había ido, ya nada de esto tendría sentido.
Me quede sentada en el piso con
la cabeza entre mis rodillas. Todo había acabado, Jev se había ido y con él mi única
esperanza.
MagenXoxo