La nueva habitación que tenía
en frente, de colores blancos y negros, daba la impresión de estar
exclusivamente designada como zona recreativa, como por ejemplo para juegos de
mesa.
Solté
su mano.
-Bien, ¿comenzamos?
Me
miró fijamente con sonrisa oscura, incitante.
-¿Por qué no te relajas? ¿Quieres tomar o comer algo primero?
-No tengo hambre, gracias. Y será mejor que acabemos con esto –mascullé.
Me
lanzó una mirada que se demoró un instante en mi escote. Unos segundos más
tarde terminó su recorrido desde las caderas hasta los pies. Lo que hizo que
mis piernas flaquearan por su desvergüenza y temiera caerme de bruces contra el
suelo.
-Te traeré algo. Tu cuerpo me lo agradecerá más tarde –su sonrisa
se acentuó – necesitará energía.
Mientras
Patch iba a por algo de comida y de bebida, miré las cartas de póquer ordenadas
en un pequeño montón sobre una mesa. Aquel trocito de madera debía costar unos
cuentos miles de dólares. Me senté en una de las sillas y
empecé a barajar. Distraídamente contemplé el lugar. Una mesa de billar en uno
de los extremos más alejado, con superficie roja, vacía. Un pequeño bar
completo, con barra y taburetes. Un sofá enorme, que parecía totalmente cómodo.
-Te
he traído unos sándwiches de pavo, sin mayonesa y unos refrescos –los dejó a un
lado de la mesa y se sentó al otro lado para evitar ver mis cartas en la
partida.
Se
quito su gorra de beisbol azul y la apartó a un lado. Alborotándose el pelo con
la mano.
-¿Estás lista? –Se inclinó hacia atrás y pasó
su brazo por el espaldar de la silla a su izquierda. Dejó asomar su sonrisa de
pillo.
-Por supuesto –balbuceé hipnotizada por su presencia. Mirar a Patch de la cabeza a
los pies era arder en las llamas del infierno.
-Pero primero come un poco, Nora –dijo con voz disciplinaria–.
Corrígeme si estoy equivocado en decir que no tomas nada desde hace horas. Sus ojos mostraban claros
indicios de que si pudiera, me daría un par de nalgadas. Como si fuera una
niñita.
Sin
querer desafiar a mi suerte, y sin ganas de demorar aún más la sandez que
estaba a punto de cometer - apostar contra Patch no era algo que pudiera
llamarse inteligente-, cogí uno de los sándwich y lo probé. Otro mordisco. Más
mordiscos. Realmente estaba riquísimo, y Patch tenía razón, no había probado
alimento desde el almuerzo. Apuré también el refresco.
-Eso está mejor –Patch parecía satisfecho por haber cedido sin
rechistar a su petición (orden).
-Entonces,
podemos comenzar ya, ¿verdad? –dije recogiendo las cartas de la mesa para
repartirlas. Un amago de sonrisa asechaba la boca de Patch.
-Veo que estas ansiosa por pasar el trámite para después pagar tu
deuda.
-Si, debo de estar loca por
hacer tratos con presuntuosos –repliqué.
Me
miró con descaro y se echó a reír con cierta lascivia. Su sonrisa era pura
astucia. Pero a la vez tierna. Pasados unos minutos, de lleno
en la dichosa partida, revisaba mis cartas. Disimulé una sonrisa. Realmente la
suerte estaba conmigo. No es que fuera una experta en esto del póquer, pero si
no estaba equivocada tenía ante mí una magnífica jugada. Estiré la mano y enseñe sobre
la mesa lo que parecía ser un “Full”.
Patch,
se había pasado toda la partida con actitud despreocupada, estirado sobre la
silla, como si fuera el mejor de los días soleados y estuviera tumbado en una
toalla capturando los últimos rayos del sol, lo cual me había sacado de mis
casillas. Se inclinó hacia delante para tener una mejor visión.
-Full. Estoy sorprendido –su cara mostraba fascinación, impresión,
desconcierto. Me veía victoriosa. No sabía cómo, pero su reacción lo indicaba.
-Es una muy buena jugada. Gana a dobles parejas, trío y escalera.
Mi
sonrisa se amplió. –Entonces, creo que debería
preguntarte si estás preparado para darme tus respuestas. Y como bien sabes, apostar
es un riesgo, sobre todo para el que pierde. Y quiero dejar bien claro que no
aceptaré una negativa. Quiero la verdad, Patch.
Ignorando
del todo mi retahíla de: he-ganado-responde-mis-preguntas-de-una-vez-por-todas.
-Si se liga un full de ases, es difícil perder –contestó
penetrándome con los ojos, que absorbían toda la luz, sin reflejar
absolutamente nada.
-¿Es mi jugada?
-
Sí.
Contenta
y dichosa de que, por una vez en semanas me salieran las cosas bien, llevé las
manos hacia las cartas para recogerlas. Patch me detuvo poniendo su mano sobre
la mía.
-Dije que era una muy buena jugada, pero no la mejor –sonrió al ver
que yo no protestaba–. Es difícil perder con un Full de ases. Salvo frente a
jugadas fuertes.
Colocó
en la mesa sus cartas y sonrió abiertamente. -Escalera Real –se reclinó de
nuevo hacia el espaldar de la silla y estiro sus piernas por debajo de la mesa
hasta rozar las mías, provocador.
-Es
la jugada de máximo valor posible.
-Genial. Sencillamente fabuloso.
Sin
dejarme apabullar me levanté de la silla y alce la barbilla. Digna como una
reina.
-¿Has jugado limpio?
-
Tienes muy mal perder, Nora –refrenaba una risa, lo podía notar.
Con
reserva y prudencia dio pasos en mi dirección. Caminé al lado opuesto,
convirtiendo aquella situación en un juego infantil. Él me perseguía. Yo huía. Con rasgos serios su belleza se
impuso sobre el semblante sombrío que solía mantener. Precisamente hoy puedo sentirte
plenamente, y no solo en mi interior.
-
¿Qué quieres decir con eso? –pregunté boquiabierta.
-Que mis sentidos funcionan por completo, como un humano. Puedo
notarte en cada centímetro de mi piel. En realidad, ya estabas dentro de mí
antes, eso no ha cambiado, Nora –hizo una pausa. –Me deben algún que otro
favor, y digamos que sé negociar e imponer mis normas cuando deseo algo de
verdad –con socarronería añadió-. Y pienso aprovecharme de eso.
Mi
mente hacía esfuerzos por discernir la realidad de lo que parecía imposible. No
cuando…Un momento… ¿Estábamos en época del Jeshvan? Fruncí el entrecejo. No, no estábamos en el Jeshvan. Lo que indica a las claras que
el supuesto "favor" tenía que haber sido muy grande para que Patch
recibiera semejante concesión y privilegió.
-
¡No te muevas! –puse una mano hacia delante como señal de prohibición. Como si
eso fuera a refrenar su avance–. Si te acercas grito.
-Creo que puedo hacerte gritar por otros motivos –contraatacó con
un brillo de mofa en sus ojos–. Y de verdad, me gustará que lo hagas.
Mi
resistencia comenzaba a resquebrajarse cuando me exploró con ambicioso interés.
-He puesto un poco de margen entre ambos desde que llegaste.
Tenerte tan cerca y que mi cuerpo registre cada contacto con tu piel desde el
principio de esta cita… -su mirada llena de llamas se clavó en mis ojos-.
Hubiera logrado que te arrancara la ropa y te hubiera puesto de cara contra la
pared. Te hubiese poseído sin ninguna consideración, te habría sometido –su
boca se curvó en un amago de sonrisa. - Pero ahora…
-Por
favor, Patch. Deja de jugar conmigo y dime realmente que es lo que buscas
–alcancé a decir.
Patch
sonrió. Cogió la parte inferior de su camisa y comenzó a subírsela hasta quedar
completamente desnudo de cintura para arriba. Ante aquello, intenté quitar la
mirada y disimular mi cara de atónita.
-
He ganado y quiero que pagues tu deuda –no hacía falta mirar su cara para saber
que aquella situación le estaba resultando divertida–. Una apuesta es una
apuesta y has perdido…
-
¿Qué es lo que quieres Patch? –pregunte con voz temblorosa.
- ¿No lo adivinas? –comenzó a caminar
lentamente hacia donde estaba situada con cautela. – Algo que necesito y llevo
esperando mucho tiempo de ti, Nora. – Continúo.
Comencé a retroceder con lentitud mientras mi
mente daba vueltas.… Tan absorta estaba en mis pensamientos cuando me di cuenta
que mi espalda se había topado con algo duro. Miré de refilón hacia atrás…¡Genial! La pared se interponía en mi
camino. Miré primero hacia la derecha y después a mi izquierda, preparada para
una carrera. ¿Qué posibilidades tenia de escapar de aquella habitación si Patch
estaba en ella?... probablemente ninguna, pero quizás…
-
Ni se te ocurra –me advirtió leyéndome el pensamiento y abalanzándose sobre mi
cuerpo dejándome completamente aplastada contra la pared fría y al calor de su
torso al descubierto mientras me sujetaba para inmovilizarme–.
-Esta
noche no –cogió mis muñecas y las alzó por encima de mi cabeza presionándolas
con delicadeza contra el muro–. Ángel, mañana puedes odiarme si quieres pero
esta noche necesito que seas mía -me susurró arrullando con su dulce aliento mi
cabello.
esto esta como fsog *-*
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