Hasta este preciso instante, había estado diciéndome que no me importaba lo que Patch pensara de mí. Pero ahora, supe que era una mentira. Aunque probablemente me arrepentiría, estaba lo suficientemente curiosa sobre Patch hasta el punto de ir a cualquier parte con él.
- “Quiero estar contigo a solas,” dijo Patch. Solo con eso, mis defensas regresaron.
- “Escucha, Patch, no quiero ser grosera, pero…”
- “Seguro que quieres serlo.”
- “¡Bueno, tú comenzaste!” Adorable. Muy madura. “No puedo ir a la fiesta. Fin de la historia.”
- “¿Porque no puedes salir en noches de escuela, o porque te da miedo estar sola conmigo?”
- “Ambas.” La confesión se me escapó.
- “¿Te dan miedo todos los chicos… o solo yo?”
Entorné mis ojos dejando claro que no me iba a molestar en contestar una pregunta tan estúpida.
- “¿Te hago sentir incómoda?”
Su boca creó una línea neutral, pero detecté una sonrisa especulativa atrapada tras ellos. Sí, en realidad él tenía ese efecto en mí. También tenía la tendencia de eliminar de mi cabeza todo pensamiento lógico.
- “Lo siento,” dije. “¿De qué estábamos hablando?”
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