21 de septiembre de 2012

Teasers de Finale- Becca (en español)


Exclusivo!!
Dia 21 de Septiembre 




Justo en ese momento, un Plymouth Barracuda naranja, de alrededor de los años 70, apareció en el estacionamiento. Se detuvo bajo la marquesina y Scott salió de él. Como la mayoría de los hombres Nefilim, Scott tiene el cuerpo de una persona aparentemente bien informada acerca de una sala de pesas. También es inusualmente alto, llegando casi a los dos metros. Mantiene su pelo corto tanto como el de un recluso, y es guapo de una manera dura. Llevaba pantalones cortos de baloncesto y una camiseta con las mangas rasgadas.
Vee se abanicó. —Wow.
Levanté la mano en el aire, con la intención de llamar a Scott y obtener su atención, cuando la puerta de pasajeros del Barracuda se abrió y Dante apareció en escena.
—Mira eso —dijo Vee—. Es Dante. Has la cuenta. Dos de ellos, y dos de nosotras. Sabía que me gustaría correr.
—Estoy sintiendo la repentina urgencia de seguir corriendo —murmuré. Y no me detendrá hasta que hubiera puesto mucho terreno entre Dante y yo. No estaba de humor para continuar con la conversación de anoche. Del mismo modo, no estaba de humor para que Vee hiciera de casamentera. Algo que se le daba extremadamente bien.
—Demasiado tarde. Estamos hechas. —Vee azotó el brazo por encima de su cabeza como la hélice de un helicóptero.
Efectivamente, Scott y Dante se apoyaron contra el Barracuda, agitando las manos y sonriendo hacia nosotras.
—¿Me estás acechando, Grey? —gritó Scott.
—Es todo tuyo —le dije a Vee—. Yo voy a terminar de correr.
—¿Qué pasa con Dante? Se sentirá como la tercera rueda —dijo.
—Va a ser bueno para él, confía en mí.
—¿Dónde está el fuego, Grey? —me llamó Scott, y para mi consternación, él y Dante empezaron hacia donde nos encontrábamos.
—Estoy entrenando —disparé de nuevo—. Estoy pensando en... tratar de entrar en la carrera.
—La carrera no se inicia hasta la primavera —me recordó Vee.
Colgué todo.
—Uh-oh, mi frecuencia cardíaca está cayendo —le grité a Scott. Y sin decir más nada, me eché a correr en la dirección opuesta.
Oí a Scott en el camino detrás de mí. Un minuto más tarde, enganchó la correa de mi camiseta, tirando de ella juguetonamente. —¿Quieres decirme qué está pasando?
Me volví hacia él. —¿Qué te parece?
—Parece que tú y Vee vinieron a verme bajo el pretexto de correr.
Le di a su hombro una palmadita de felicitación. —Buen trabajo, as
—¿Entonces por qué estás huyendo? ¿Y por qué Vee huele como a una fábrica de perfumes?
Me quedé callada, dejando que lo entendiera.
—Ah —dijo al fin.
Extendí mis manos. —Mi trabajo aquí está hecho.
—No te lo tomes a mal, pero no estoy seguro de encontrarme listo para pasar el rato con Vee todo el día. Ella es bastante... intensa.
Antes de que pudiera darle el consejo sabio de "Finge hasta que lo logres", Dante se detuvo a mi lado.
¿Puedo hablar contigo? —preguntó.
—Oh chico —dije en voz baja.
—Esa es mi señal para irme —dijo Scott, y para mi desgracia, se alejó al trote, dejándome a solas con Dante.
—¿Puedes correr y hablar al mismo tiempo? —le pregunté a Dante, pensando que preferiría no tener que mirarlo a los ojos mientras él continuaba con sus pensamientos sobre nuestra improvisada relación. Además, eso decía mucho acerca de cuán interesada estaba en esa conversación.
A modo de respuesta, Dante tomó su lugar, corriendo a mi lado.
—Me alegro de verte saliendo a correr —dijo.
—¿Y eso por qué? —jadeé, empujando algunos mechones sueltos fuera de mi cara empapada de sudor. —¿Te encanta verme hecha un completo desastre?
—Eso, y que es un buen entrenamiento para lo que tengo para ti.
—¿Tienes algo para mí? ¿Por qué tengo la sensación de que no quiero seguir escuchando?
—Puede que seas Nefilim ahora, Nora, pero estás en desventaja. A diferencia de los Nefillim concebidos naturalmente, tú no tienes una altura extrema, y no eres tan físicamente fuerte.
—Soy mucho más fuerte de lo que crees —argumenté.
—Más fuerte que eras. Pero no tan fuerte como un Nefil. Tienes el mismo cuerpo que cuando eras humana, y aunque era adecuado en ese entonces, no es suficiente para competir ahora. Eres demasiado delgada. En comparación a mí, eres abismalmente corta. Y su tono muscular es patético.
—Ahora eso es un elogio.
—Yo podría decirte lo que creo que quieres oír, en lugar de lo que necesitas oír, pero ¿realmente sería tu amigo, entonces?
—¿Por qué piensas que necesitas decirme todo esto?
—No estás preparada para luchar. No tendrías oportunidad alguna contra un ángel caído. Es tan simple como eso.
—Estoy confundida. ¿Por qué tengo que luchar? Pensé que había dejado claro en repetidas ocasiones anoche, que no va a haber una guerra. Estoy guiando a los Nefilim hacia la paz. —Y manteniendo los arcángeles lejos de mi espalda. Patch y yo habíamos decidido inequívocamente que los Nefilim enfurecidos eran un enemigo mejor que todos los poderosos arcángeles. Era evidente que Dante quería ir a la batalla, pero no estábamos de acuerdo nosotros. Y como líder del ejército Nefilim, en última instancia, la decisión era mía. Me sentí como si Dante me estuviera socavando, y no me gusta nada.
Se detuvo, tomándome por la muñeca para poder mirar directamente hacia mí. —No puedes controlar todo lo que sucederá de aquí en adelante —dijo en voz baja, y un escalofrío de aprensión se deslizó a través de mí como si me hubiera tragado un cubo de hielo—. Sé que piensas que lo tengo, pero le prometí a Hank que cuidaría de ti. Te diré una cosa. Si estalla la guerra, o incluso un motín, no lo vas a lograr. No en tu estado actual. Si algo te sucede y eres incapaz de dirigir el ejército, entonces habrás roto tu juramento, y sabes lo que eso significa.
Oh, yo sabía lo que significaba, desde luego. Saltar en mi propia tumba. Y arrastrar a mi madre detrás de mí.
—Quiero enseñarle las habilidades suficientes para sobrevivir, como medida de precaución —dijo Dante—. Eso es todo lo que estoy sugiriendo.
Tragué saliva. —¿Crees que si me entreno contigo, puedo llegar al punto donde voy a ser lo suficientemente fuerte como para manejarme yo misma? —Contra los ángeles caídos, claro. Pero, ¿qué pasaba con los arcángeles? Les había prometido poner fin a la rebelión. Entrenar para la batalla no estaba alineado con ese objetivo.
—Creo que merece la oportunidad.
La idea de la guerra se convirtió mi estómago en un conjunto de nudos, pero yo no quería mostrar miedo frente a Dante. Él ya pensaba que no podía manejar. —Entonces, ¿qué eres? ¿Mi novio ficticio o mi entrenador personal?
Su boca se torció. —Ambos.

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Dia 20 de Septiembre



Cuando me desperté, el espacio junto a mi en la cama estaba frío. Sonreí ante el recuerdo de caer dormida acurrucado en los brazos de Patch, concentrándome en la probabilidad de que Pepper Friberg, alias el Sr. Arcángel con un oscuro secreto, estuviera sentado frente a mi casa toda la noche, jugando espía.
Me acordé del otoño pasado. En aquel entonces, no había siquiera besado a un chico. Nunca podría haber imaginado lo que había en la tienda. Patch significaba más para mí de lo que podría expresar con palabras. Su amor y su fe en mí tomaron el aguijón de las decisiones difíciles que había tenido que hacer recientemente. Ante cualquier duda o lamento que se colara en mi conciencia, todo lo que tenía que hacer era pensar en Patch. No estaba segura de que había tomado la decisión correcta cada vez, pero sabía una cosa con certeza. Había tomado la decisión correcta con Patch. No podía darme por vencida. Nunca.
Al mediodía, Vee llamó.
—¿Qué me dices si vamos a correr? —preguntó—. Acabo de recibir un nuevo par de zapatillas, y tengo que romperlas.
—Vee, tengo ampollas por el baile anoche. Y espera. ¿Desde cuándo te gusta correr? 
—No es ningún secreto que tengo algunos kilos de más —dijo—. Soy de huesos grandes, pero eso no es excusa para dejar que un poco de gordura me detenga. Hay un tipo por ahí llamado Scott Parnell, y si ese peso extra es lo que va a impedir tener el valor de ir tras él, entonces esto es lo que tengo que hacer. Quiero que Scott me mire del modo que Patch te mira. No hablaba en serio acerca de las dietas y el ejercicio antes, pero estoy dando vuelta la página. A partir de hoy, me encanta el ejercicio. Es mi nuevo mejor amigo.
—¿Ah, sí? ¿Y qué hay de mí? 
—Tan pronto como pierda peso, serás mi chica número uno de nuevo. Te recogeré en veinte minutos. No te olvides de llevar una vincha. Tu pelo hace cosas de miedo cuando se humedece.
Colgué el teléfono, me puse una camiseta por encima de mi cabeza, seguida por una sudadera, y me até los cordones de las zapatillas.
Justo a tiempo, Vee me recogió. Y de inmediato, se hizo evidente que no se dirigía a la pista de la escuela secundaria. Ella llevó neón púrpura a la ciudad, en dirección opuesta de la escuela, tarareando para sí misma.
Le dije —: ¿A dónde vamos?
—Estaba pensando que deberíamos correr en las colinas. Las pendientes son buenas para los glúteos —giró el Neon hacia la calle Deacon, y una luz apareció en mi cabeza.
—Espera. Scott vive en la calle Deacon.
—Ahora que lo pienso, es cierto.
—¿Vamos a correr cerca de la casa de Scott? ¿No es eso un poco... No se… acosador? 
—Esa es una muy triste manera de ver las cosas, Nora. ¿Por qué no pensar en él como una motivación? Los ojos en el premio. 
—¿Y si nos ve?
—Eres amiga de Scott. Si nos ve, probablemente va a salir y hablar con nosotras. Y sería grosero no parar y darle un par de minutos de nuestro tiempo. 
—En otras palabras, esto no es acerca correr. Se trata de verlo.
Vee meneó la cabeza. —No eres divertida en lo absoluto.
Cruzó Deacon, un tramo sinuoso de la carretera estaba bordeado a ambos lados por árboles densos de hojas perennes. En un par de semanas, estarían helados con nieve.
Scott vivía con su madre, Lynn Parnell, en un complejo de apartamentos que quedó a la vista en la siguiente curva. Durante el verano, Scott había lo había abandonado, reclutándose en la clandestinidad. Había abandonado el ejército Nefilim de Hank Millar, y éste lo había buscado sin descanso, con la esperanza de hacer un ejemplo de él. Después de haber matado a Hank, Scott había sido libre de volver a casa.
Una valla de cemento enjaulaba de la propiedad, y aunque yo sabía que buscar cierta privacidad había sido la intención, aquella cosa le daba al lugar la sensación de un compuesto. Vee se detuvo en la entrada y tuve un flashback hacia la época en que me había ayudado a curiosear en la habitación de Scott. Antes, cuando yo pensaba que era un idiota bueno para nada. Vaya, las cosas de verdad habían cambiado. Aparcamos cerca de las canchas de tenis. Las redes eran cosa del pasado, y alguien había decorado el césped con un graffiti.
Salimos y alongamos los músculos por un par de minutos.
Vee dijo —: No me siento segura dejando el Neon desatendido durante mucho tiempo en este barrio. Tal vez deberíamos hacer vueltas alrededor del complejo. De esa manera puedo mantener los ojos en mi bebé. 
—Uh-huh. También le dará una mejor oportunidad a Scott para vernos.
Vee vestía pantalones de chándal color rosa, con estampados de diva a través su trasero en un brillante dorado, y una chaqueta de paño grueso y suave, también rosa. Ella, además, tenía el maquillaje completo, diamantes en las orejas, un anillo de cóctel rubí, y olía a Pure Poison de Dior. Sólo su atuendo normal para correr.
Nos pusimos de pie y comenzamos un trote lento a lo largo de la pista de tierra, rodeando el complejo. El sol había salido, y después de tres vueltas, me quité la sudadera, atándola alrededor de mi cintura.
Vee se acercaba a todos los bancos del parque y se dejaba caer, aspirando aire.
—Esos deben haber sido unos cinco kilómetros —dijo.
Analicé el camino. Seguro… poniendo o sacando cuatro kilómetros.
—Tal vez deberíamos observar las ventanas de Scott —sugirió Vee—. Es domingo. Él podría tener exceso de sueño y necesidad de un amistoso llamado de atención.
—Scott vive en el tercer piso. A menos que tengas una escalera de doce metros escondida en la cajuela del Neon, escalar hacia la ventana no es una opción.
—Podríamos intentar algo más directo. Como llamar a su puerta.

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Dia 19 de Septiembre


Hank estaba muerto, y los arcángeles estaban esperando que detuviera a los Nefilim de ir a la guerra.
Aquí es donde las cosas se pusieron difíciles. Apenas unas horas antes de que le disparara a Hank, había hecho un juramento hacia él, prometiendo dirigir su ejército Nefilim. El incumplimiento daría lugar a mi muerte y la de mi madre. ¿Cómo podía cumplir mi promesa a los arcángeles y mi juramento con Hank? Veía sólo una opción. Dirigiría el ejército de Hank. Por la paz. Probablemente no es lo que él había imaginado mientras me obliga a prestar el juramento, pero él no estaba cerca ahora para discutir los detalles. No había pasado por mi mente, sin embargo, que dándole la espalda a la rebelión, también estaba permitiendo que los Nefilim siguieran siendo esclavos de los ángeles caídos. No me parecía bien, pero la vida estaba pavimentada de decisiones difíciles, y yo lo estaba aprendiendo muy bien. En ese momento, me encontraba más preocupada por mantener a los arcángeles felices que a los Nefilim.
—¿Qué sabemos acerca de mi juramento? —le pregunté Patch—. Dante dijo que entró en vigor cuando Hank murió, pero ¿quién determina si lo mantengo o no? ¿Quién determina lo que puedo o no puedo hacer en términos de la realización de mi juramento? Estar contigo, por ejemplo. Estoy confiando en ti, un ángel caído y enemigo jurado de los Nefilim. ¿El juramento no me matará por traición? "
—El juramento que hiciste fue tan vago como lo podría haber sido. Por suerte —dijo Patch con evidente alivio.
Oh, había sido vago, bien. Al punto de: Si mueres, Hank, voy a dirigir tu ejército. Ni una palabra más.
—Siempre y cuando permanezcas en el poder y conduzcas a los Nefilim, creo que estarás en los términos del juramento —dijo Patch—. Nunca le prometiste a Hank que irías a la guerra.
—En otras palabras, el plan es permanecer fuera de la guerra y mantener a los arcángeles felices.
Patch suspiró, casi para sí mismo. —Algunas cosas nunca cambian.
—Después de Jeshvan, después de que los Nefilim renuncien a la libertad, y después de que hayamos puesto una gran y gorda sonrisa de alegría en los rostros de los arcángeles, podemos dejar esto atrás —le di un beso—. Seremos sólo tú y yo.
Patch gimió. —No puedo esperar a que llegue.
—Escucha —le dije, deseosa de pasar a otro tema que no sea la guerra—, se me acercó un hombre esta noche. Un hombre que quiere hablar contigo.
Patch me dio un guiño. —Pepper Friberg.
—¿Tiene Pepper una cara redonda como una pelota de baloncesto?
Otro gesto de asentimiento. —Él me sigue porque cree que me arrepentí de un acuerdo que teníamos. No quiere hablar conmigo. Él quiere encadenarme en el infierno y hacerme polvo con sus manos.
—¿Soy yo, o eso suena como algo serio?
—Pepper Friberg es un arcángel, pero él tiene su mano en más de una olla. Está llevando una doble vida, pasando la mitad de su tiempo como un arcángel, y la otra mitad como un ser humano. Hasta ahora, él ha estado viviendo lo mejor de ambos mundos. Él tiene el poder de un arcángel, el cual no utiliza siempre para bien, mientras cae en los vicios humanos. 
Así que Pepper era un arcángel. No era extraño que yo no hubiera sido capaz de identificarlo. No había tenido mucha experiencia en el trato con los arcángeles.
Patch continuó—: Alguien ha descubierto su juego torcido, y hay rumores de que está siendo chantajeado. Si Pepper no paga pronto, su tiempo de vacaciones en la Tierra va a ser mucho más permanente. Los arcángeles le quitarán su poder y arrancarán sus alas si se enteran de lo que ha estado haciendo. Él va a estar atrapado aquí para siempre. 
Las piezas hicieron click juntas. —Él piensa que lo estás chantajeando.
—Hace un tiempo me di cuenta de lo que estaba haciendo. Estuve de acuerdo en mantener el secreto, y a cambio accedió a ayudarme a conseguir en mis manos un ejemplar del Libro de Enoc. Él no ha cumplido su promesa, y parece lógico que piense que estoy sacando los trapitos al sol. Pero creo que debe haber sido descuidado y hay otro ángel caído por ahí buscando de beneficiarse de sus fechorías.
—¿Le dijiste a Pepper eso?
Patch sonrió. —Estoy trabajando en ello. Él no se siente con ganas de hablar.
—Dijo que va a quemar todo el Delphic si eso es lo que se necesita para sacarte fuera. —Sabía que los arcángeles no se atrevían a poner un pie en el interior de Parque de Atracciones de Delphic temiendo por su seguridad en un lugar construido por una población de ángeles caídos, por lo que la amenaza tenía sentido.
—Su cuello está en la línea y está desesperado. Voy a tener que pasar por debajo. 
—¿Pasar por debajo? 
—Tranquilizarme. Mantener la cabeza baja.
Me levanté, apoyándome en un codo y miré a Patch. —¿Cómo encajo yo en este cuadro?
—Él piensa que eres su billete de ida hacia mí. Va a estar pegado a ti como un spandex. Está aparcado en la calle en estos momentos, con los ojos bien abiertos hacia mi coche. —Patch deslizó su pulgar por la mejilla—. Es bueno, pero no lo suficiente para que yo no tenga tiempo de calidad con mi chica.
—Prométeme que siempre vas a estar dos pasos por delante. —El pensamiento de Pepper capturando a Patch y poniéndolo en la vía rápida hacia el infierno no me daba exactamente una sensación cálida y difusa.
Patch enganchó un dedo en mi cuello y me dio un beso. —No te preocupes, Ángel. He estado escondiéndome por demasiado tiempo.

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Dia 18 de Septiembre



—¿Cuándo veré esos movimientos de baile tuyos? —preguntó—. Nunca hemos ido a bailar juntos a la Bolsa del Diablo.

—No te estás perdiendo de mucho. Esta noche me dijeron que definitivamente me veía como un pez fuera del agua en la pista de baile. 

—Vee tiene que ser más amable contigo —murmuró, presionando un beso en mi oído.

—Vee no se lleva el crédito por esa línea. Fue Dante Matterazzi —confesé distraídamente. Los besos Patch me estaban llevando a un lugar feliz que no requería de una gran cantidad de razonamiento o previsión.

—¿Dante? —repitió Patch. Algo desagradable se arrastraba en su tono.

Dispara.

—¿Se me olvidó mencionar Dante estaba allí? —le pregunté. Él también se había reunido con Dante por primera vez esa mañana, y por la mayoría de la tensa reunión, temía que uno arrastra al otro en una pelea a puñetazos. Ni decir que no fue amor a primera vista. A Patch no le gustaba Dante actuando como si fuera mi asesor político, y presionándome a la guerra con los ángeles caídos. Y Dante… bueno, Dante odiaba a los ángeles caídos desde un principio.

Los ojos de Patch se enfriaron. —¿Qué quiere?

—Ah, ahora recuerdo de lo que quería hablar contigo —dije, haciendo sonar mis nudillos—. Dante está tratando de venderme a la raza Nefilim. Yo soy su líder ahora. El problema es que no confían en mí. Ellos no me conocen. Y Dante ha comenzado una misión para cambiar eso.

—Dime algo que no sepa.

—Dante piensa que podría ser una buena idea que yo… eh, saliera con él. ¡No te preocupes! —me adelanté—. Es todo un show. Hay que mantener a los Nefilim pensando que su líder está interesado. Vamos a aplastar los rumores de que estoy saliendo con un ángel caído. Nada dice mejor sobre la solidaridad que conectar con uno de los tuyos, ¿sabes? Se convierte en buena prensa. Puede ser que incluso nos llamen Norante. O Danta. ¿Te gusta como suena? —le pregunté, tratando de mantener la luz de su estado de ánimo.

La boca de Patch se ensombreció. —En realidad, no me gusta como suena.

—Si te sirve de consuelo, no soporto a Dante. No te preocupes por esto. 

—Mi novia quiere salir con otro hombre, no hay problema.

—Es por las apariencias. Mírale el lado bueno…

Patch se echó a reír, pero el humor era deficiente. —¿Hay un lado bueno?

—Es sólo durante el Jeshvan. Hank tuvo a los Nefilim, en todas partes, trabajando duro para ese único momento. Él les prometió la salvación, y todavía creo que lo vamos a conseguir. Cuando llegue el Jeshvan, y termine como cualquier otro Jeshvan en el expediente, se darán cuenta de que fue una pérdida de tiempo, y poco a poco, las cosas volverán a la normalidad. Al mismo tiempo, mientras que los ánimos se están calentándose y las esperanzas y los sueños de los Nefilim están colgando en la falsa creencia de que puedo liberarlos de los ángeles caídos, tenemos que mantenerlos contentos. 

—¿Se te ha ocurrido que los Nefilim pueden culparte cuando su salvación no llegue? Hank hizo un montón de promesas, y cuando no se cumplan, nadie lo va a señalar con el dedo a él. Eres su líder ahora. Tú eres la cara en esta campaña, Ángel —dijo solemnemente.

Me quedé mirando el techo. Sí, había pensado en ello. Más veces de las que había querido pensar con cordura ese día.

Una noche, parecía hace mucho tiempo atrás, los arcángeles me habían hecho un trato de por vida. Habían prometido que me darían el poder de matar a Hank, si terminaba con la rebelión de los Nefilim. Al principio, no estaba en mis planes tomar el acuerdo, pero Hank había forzado la mano. Había intentado quemar la pluma de Patch y mandarlo al infierno. Así que le disparé.

Teasers de Finale - Becca Fitzpatrick (en Español)



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Dia 17 Septiembre



Media hora más tarde, entré en mi casa. Vivía con mi madre en una casa de campo por excelencia en Maine, completa con pintura blanca, persianas azules, y un manto de niebla siempre presente. En esta época del año, los árboles ardían las cortinas de fuego de color rojo y oro, y el aire se llenaba con olores suaves de savia de pino, madera ardiente, y las hojas húmedas. Corrí por las escaleras del porche, donde cinco calabazas corpulentas me miraban como centinelas, y me dejé entrar.

¡Estoy en casa! —Llamé a mi mamá, la luz en la sala de estar me indicaba su ubicación. Dejé caer mis llaves en el aparador y fui a encontrarla.

Manoseado su página, se levantó del sofá y me apretó un abrazo. —¿Cómo fue tu noche?

—Escurrí oficialmente hasta la última gota de mi energía. —Señalé hacia arriba—. Si llego a la cama, será por pura fuerza mental.

—Mientras estabas fuera, un hombre vino a buscarte.

Fruncí el ceño. ¿Qué hombre?

—No quiso dejar su nombre, y no me dijo de dónde te conocía —continuó mi madre. ¿Debo preocuparme?

—¿Cómo se veía?

—Rostro redondo, tez rojiza, pelo rubio.

Era él. El hombre que tenía un hueso a escoger con Patch. Fabriqué una sonrisa. —Oh, está bien. Es un vendedor. Está tratando de convencerme de que hagamos las fotos de la graduación en su estudio. Lo siguiente que sabré es que va a querer venderme los anuncios de la graduación también. ¿Sería completamente repugnante si no me lavo el rostro esta noche? Permanecer despierta dos minutos extras a este punto me está matando.

Mamá me besó en la frente. —Dulces sueños.

Subí a mi habitación, cerré la puerta y me dejé caer despatarrado en la cama. La música de La Bolsa del Diablo aún latía en la parte posterior de mi cabeza, pero estaba demasiado cansada para preocuparse. Mis ojos estaban cerrados hasta la mitad cuando me acordé de la ventana. Con un gemido, me tambaleé y abrí la cerradura. Patch podía entrar, pero le deseaba suerte tratando de mantenerme despierta el tiempo suficiente para obtener una respuesta.

Tiré mis mantas hasta la barbilla, y sentí como una ráfaga suave y feliz de un sueño me hacía señas desde cerca, arrastrándome debajo…

Y entonces el colchón se hundió con el peso de otro cuerpo.

—No sé por qué estás tan enamorada de esta cama —dijo Patch—. Es treinta centímetros demasiado corta, un metro veinte demasiado estrecha, y las sábanas color púrpura no son para mí. Mi cama, por otro lado. . .

Abrí un ojo y lo encontré tendido junto a mí, con las manos ligeramente detrás de su cuello. Sus ojos oscuros me miraban, y él olía a limpio y atractivo. Por encima de todo, se sentía caliente pegado a mí. A pesar de mis mejores intenciones, la proximidad hacía cada vez más difícil concentrarme en el sueño.

—Ja —le dije—. Sé que no te importa qué tan cómodo es mi cama. Estarías bien en una plataforma de ladrillos. —Una de las desventajas de que Patch fuera un ángel caído era que no podía sentir nada a nivel físico. No había dolor, pero tampoco placer. Debería estar contenta sabiendo que cuando lo besaba, él lo sentía a un nivel emocional único. Traté de fingir que no me importaba, pero yo quería que él se sintiera electrificado por mi tacto.

Me besó suavemente en la boca. —¿De qué quieres que hablemos?

No podía recordar. Algo sobre Dante. Fuera lo que fuese, parecía sin importancia. Hablando en general, parecía importante. Me acurruqué más cerca, y Patch acarició mi brazo desnudo, por lo que una cálida sensación de hormigueo me recorrió entera hasta los pies.