27 de noviembre de 2013

Cap. V - La Primera Vez de Patch y Nora


Descansó una mano sobre mi vientre, apretando con suavidad toda aquella zona que su miembro había tomado de mí. Ofreciéndome calor. Un efecto calmante.

- ¿Lo notas, ángel? ¿Me sientes dentro de ti? –preguntó sintiéndose dueño y seguro de la situación.

- Sss… sí –lo sentía tan aferrado y poderoso dentro que apenas podía articular palabra.

Tomó de nuevo mis piernas y deslizó su falo hacia fuera. Las paredes de mi sexo temblaban al notar como él se retiraba lentamente, luego empujó en una larga embestida en un golpe largo y completo. Sin poder evitarlo gemí echando la cabeza hacia atrás mientras él apretaba hasta llegar al fondo. ¿Hasta dónde podía llegar? Lo podía notar tan dentro de mí…

- Así me gusta, Nora. No te cierres y el dolor cesará.

Patch no podía controlar su creciente urgencia. Apretando mis muslos los levantó más hacia él mientras empezaba a penetrarme con ritmo, moviéndose de dentro hacia fuera más rápido. Mis manos descansaban a ambos lados haciendo la mayor fuerza por mantenerse firmes en aquella mesa. Apreté los labios intentando reprimir los gemidos, pero era absurdo y Patch lo sabía.

- Bien, Nora. Déjate llevar –repetía entre gemidos.

Arquee la espalda por completo levantándome más hacia él. Sin poder evitarlo no dejaba de gemir descontroladamente mientras pronunciaba su nombre. Su pelvis y sus testículos chocaban sin piedad en el portal de mi sexo mientras me empalaba a un ritmo devastador. El dolor quedaba apagado por el enorme placer que Patch con cada embestida me provocaba. Era un eco que encontraba cada vez que su pene se sumergía por completo en mi interior sin clemencia. Lo apretaba y lo acobijaba dentro de mí mientras me cabalgaba empujando con más fuerza. Ambos respirábamos descontrolados y agitados directos hacia el éxtasis.

- Patch, por favor… -gemía. Me estaba volviendo loca. Mi cuerpo ardía lleno por tanto placer.

- No puedo parar… -parecía descontrolado.

Intentaba ser lo más suave posible pero bombeaba en mi interior sin piedad, de forma casi salvaje, con su mirada hambrienta. Jadeando dominados por la necesidad de nuestros cuerpos hasta llegar al clímax. Unidos. Complementados.

Prácticamente al mismo tiempo. Como una unidad. El orgasmo fue tan desbastador que nos hizo estallar con un temblor violento envueltos en gritos de satisfacción. Mi sexo apretaba con tanta fuerza su miembro que podía notar su liberación corriendo dentro de mí, llenándome. Patch se derrumbó sobre mi cuerpo controlando su peso, ambos con respiración agitada y envueltos en espasmos. Su pene reposando en mi interior. Notaba su aliento y respiración dificultosa sobre mi cabello.

- ¿Estás bien, Nora?

- Mmm… Siento que he corrido una maratón –reí.
Patch sonrió y abarcó con una mano un lado de mi rostro y acarició con sus labios, nariz y mejilla, mi cara. Parecía un gatito ronroneando encantado.

- Siento haber sido tan egoísta. Debí dominarme, era tu primera vez y no podía ser tan rudo y… .-

- Shhh… -lo interrumpí con mi dedo en sus labios para que no siguiera por ahí.

- Te amo tanto Nora, que lo último que quiero es hacerte daño.-

- Ha sido maravilloso –tomé con mis manos su cara–. Yo también te amo.

Lo besé. Nos besamos. Saboreando cada segundo. Imitando con nuestras lenguas el coito que hasta hace muy pocos minutos nos hizo arder unidos íntimamente.

- Quisiera quedarme así contigo para siempre -lo abracé.
Acción que me recalcó que aún continuábamos unidos. Patch rió con esa mirada picara y alzó una ceja. Se incorporó por completo.

- Puedo arreglar eso. –retiró lentamente de mi interior su verga a mala gana.

Cuando lo hizo sentí que me quedaba vacía, anhelando que estuviera por siempre enterrado dentro de mí. Me tomó en brazos. Los dos totalmente desnudos y caminó hasta llegar aquel enorme sofá que se hallaba en la habitación. Se sentó y con cuidado me colocó a horcajadas sobre él.

¡Oh Dios! Al verme cara a cara frente a él, expuesta mi desnudez, de forma irracional después de lo que acabamos de vivir juntos en aquella mesa, me ruboricé como una tonta y de manera inconsciente intenté cubrir con las manos mi cuerpo. Patch sujetó mis muñecas para impedírmelo y en ese pequeño forcejeo comprobé como volvía a ponerse duro como piedra. Abrí los ojos de par en par al notar la evidencia de su disposición para volver a hacer el amor.

- Eres preciosa, y además, no creo que vaya a ver algo que ya no haya visto -su voz era dulce pero con un toque de reprimenda. ¿Es que era inagotable?

- Quiero más de ti, ángel –dijo con sus labios sobre mi piel. Besando mi cuello.

Tragué saliva y me mordisqueé el labio inferior planteándome si podría tener más sexo esa noche y no terminar en urgencias por un desgarro. Por varias razones, Patch era muy grande, mi cuerpo era novato en estos temas y para finalizar precisamente suave no podría llamarse la palabra para definir como habíamos hecho el amor. Pero… ¿Para qué negarlo? Lo deseaba tanto. Y al igual que él, quería mucho más esa noche. ¡Y todas!

- Prométeme, que mañana podré andar –bromeé. Patch soltó una carcajada.

- Te lo prometo Nora. Nunca he deseado tanto a una mujer como te deseo a ti.

Me besó apasionadamente, con un gesto que indudablemente quería expresar su posesión sobre mí. De forma descarada con su lengua en mi interior recreó aquella danza erótica que unos instantes antes había llevado a cabo en lo más profundo de mi intimad. Alcé las manos hasta sus musculosos hombros para abrazarlo con fuerza. Me di cuenta entonces que mi tacto en su espalda no me transportaba a sus recuerdos. ¡Ah, claro!, debía ser otro de los requisitos, –o regalos.

- "obsequios de la casa". –Dijo Patch sobre mis labios.

Nada podía distraer o interrumpir esa noche. Dejé de lado mi reflexión, cuando hambriento de deseo, Patch tomó con sus manos mis senos, que debido a la excitación los notaba pesados. Mis pezones se erguían de nuevo para él.

- Me vuelves loco. Te haría el amor toda la noche -gruñó con la boca en mi garganta antes de descender hasta mis pechos.

- No pares… -le pedí.

Me atormentaba con el placer de su boca en mis pezones, jugueteando con su lengua y con sus dientes sobre mi piel tan sensible. Gemía por tal oleada de sensaciones. Llevé mis dedos hacia su pelo y lo aferré con fuerza contra mí, invitándolo a que no se detuviera. Para incrementar aún más el enloquecedor placer, Patch bajó una mano hasta mi entrepierna haciéndome gimotear de gozo con aquellas caricias tan expertas. Mi cuerpo revivió con una inmediatez casi dolorosa y una intensa punzada de deseo que hizo que mis músculos se contrajeran. Una dulce agonía de deleite que me dejaba sin aliento provocándome oleadas de éxtasis.
Jadeaba con mis labios pegados a su hombro. Aprisionado con mis manos su espalda. Mi deseo iba aumentando hasta un grado casi insoportable y de forma desinhibida empecé a mover las caderas a un ritmo que acaba de descubrir aquella misma noche.

- Como sigas moviéndote así Nora, no tendré control y te tomaré sin piedad -rugió entre dientes con agonía.-

-Por… por favor –imploré. Patch lamio el lóbulo de mi oreja izquierda, pegó sus labios a mi oído y susurró.-

- ¿Me estás rogando, ángel?...-

- Yo… -la garganta se me secó mientras lo miraba con ciega pasión.-

- Quieres más –contestó él con satisfactoria convicción.
Entonces tomó mi mano y la llevó hacia abajo, hasta su dura, larga y palpitante erección, asombrándome y sobresaltándome.

- Quieres que te tome de nuevo, ¿verdad? –Pregunto con una sonrisa vibrantemente divertida –. Que te posea.
De tamaño considerable, la piel de su miembro era suave como el terciopelo y estaba caliente y muy tensa. Estaba envuelto aún también con la miel y la humedad de lo que había sucedido en la mesa de billar, cuando estuvimos unidos tan íntimamente.

- Acaríciame, Nora. -Alcé la mirada hacia Patch con abrumadora timidez.

- Yo te enseñaré –respondió con voz ronca. Apoyó su mano encima de la mía y guió mis movimientos. Arriba, abajo. Estaba tan duro como piedra e hirviendo.

Continué acariciándolo imprimiendo un ritmo suave. Patch abrió un poco la boca y un gemido escapó de sus labios, mientras se balanceaba ligeramente.

- Nora –sus ojos negros como el azabache resplandecieron con inmensa lascivia. Me guió para que centrara la fricción en la cabeza de su pene y lo presionara con mayor fuerza. Patch echó la cabeza hacia atrás y soltó un largo gemido que acompañó a continuación de una maldición.

- No puedo esperar más, no contigo –me apartó la mano de su erección, como si mi tacto quemara.

Temblé, quizás no lo estaba acariciando bien, quizás…- Lo … lo siento. Puedo…

Patch detuvo mis palabras llevando mi mano hasta su labios y lamió la mezcla de nuestros sabores. Mordisqueó mis dedos y terminó con un enfebrecido beso justo en el anillo que tenía grabado nuestros nombres. "Nora y Jev". Probé el acaramelado sabor de nuestra pasión en su boca.  Haciéndome abrir los ojos de par en par. Aquel gesto resultó muy erótico.

- Lo estás haciendo muy bien… solo que… no tengo el suficiente autocontrol contigo, cuando te tengo tan cerca o cuando me tocas –su rostro parecía tenso, atormentado, como si se le fuera la vida en dominar sus instintos.

El rubor recorrió mis mejillas. La oscura vibración de su magnetismo era muy potente al tiempo que peregrinó con manos insistentes mi piel. Desde la cabeza, bajando lentamente hasta tocar su propia verga. Tanteó con su poderosa erección mi húmeda abertura. Dejé escapar un pequeño grito. Me ayudó a levantarme lo suficiente para introducir unos pocos centímetros en mi interior su pene. Gruñó.

- Sujétate fuerte a mí, Nora –se recostó un poco hacia un extremo del sofá, quedando casi acostado conmigo encima de él, a horcajadas.

Nerviosa y con el corazón desbocado intenté no moverme, evitando que se clavara por completo en mi interior.

- ¿Así…? –pregunté acalorada.

- Sí. –respondió con insolente sonrisa mientras pellizcaba uno de mis pezones–. Móntame, Nora. Cabálgame.

Anhelando lo que me ofrecía apoyé mis manos sobre su pecho y me deslicé con total lentitud hacia arriba y hacia abajo. Pero no por completo. Hasta la mitad de su longitud. Repetidas veces. Patch apretaba los dientes con evidente agonía en su cara. Me detuve y lo miré con cara de disculpa a aquellos ojos tan oscuros como una noche de invierno.

- Hummm… Como sigas así conseguirás hacerme enloquecer –lamentó ahogando un gruñido.

- Quizás necesite unas lesiones más –mostrándole la mejor de mis caritas de niña buena acompañada de un rubor. 

Insinuándole también sin pensarlo con aquellas palabras que estaba más que dispuesta a que aquello se volviera a repetir y que él fuera mi instructor en esa materia. Quería hacer el amor con Patch todos los días de mi vida.

- Mmm… creo que no me importaría repetir curso en esta asignatura contigo como profesor –dije retraída pero con valor.

Patch reía indolentemente. - Es adictivo, ¿verdad? El sexo. Una vez que lo pruebas quieres más, sobre todo cuando hay sentimientos. Cuando haces el amor.

Recorrió con las yemas de sus dedos mis pechos, bajando por los laterales de mis costados hasta posar sus fuertes manos en mis caderas, rodeándolas hasta llegar a mis nalgas. Las masajeó con deleite para a continuación ahuecarlas y con firmeza y sin dificultad alzarme hasta salir casi por completo de su falo.

- Como nosotros ahora… -Y entonces Patch con un único movimiento me empaló hasta el fondo. Penetró mi carne íntima, cálida y húmeda, con su virilidad firme y dura. De mi garganta brotó un estallido de dolor que se desvaneció al instante, dejando entrar sensaciones de vehemencia y frenesí. Patch ladeó un poco la cabeza, dejando escapar un estallido. Satisfacción. Angustia.

- Me gustaría tanto tenerte así por siempre.


- Hazlo y no me dejes. Nunca –murmuré mientras me mordía el labio intentando acallar mis gemidos.

S.M. Afonso

25 de noviembre de 2013

Angel Cap. III (Fanfic de Hush Hush)

Nora POV

Me di una ducha fría y me vestí. Ya no podía tener puesto ese camisón un segundo mas y estar quieta. Me recordaba su mirada, la mirada de un completo extraño.
Cuando salí de mi habitación, Susan se había marchado. Dejo el desayuno tapado en la mesa, pero yo seguía sin apetito.
Camine hasta el cuarto donde estaban mis cuadros. Pintar era mi única pasión. No lo hacia de forma profesional, a pesar de que sabia que era buena. Solo era algo que me llenaba y lo conservaba para mi. Rixon nunca entraba aquí, no era fan de mi atracción hacia la pintura. Así que este cuarto era solo para mi y mis ideas.
Desde la muerte de mis padres hacia ya cinco años, no había vuelto a pintar nada. Cada vez que empezaba con algún nuevo lienzo, terminaba en la pila sin finalizar. Pero hoy me sentía inspirada.
Tome un nuevo lienzo. El intenso blanco me invitaba a dibujar, así que tome el juego de lápiz de carbón y empece con el trazado. Al principio solo eran lineas; una por aquí, otra por allá. Hasta que empezó a cobrar vida propia. Entré en uno de esos éxtasis propios de los artistas a la hora de hacer su trabajo. No pensaba, solo dejaba que el lápiz se moviera sobre el lienzo trazando lineas cada vez mas definidas.
No se cuanto tiempo paso, pero el sonido del teléfono me saco del ensimismamiento. No podía creer lo que veían mis ojos. Era el! en el lienzo. Lo había pintado mirando por una ventana. Sus facciones perfectas y sus ojos negros como la noche me miraban. Justo a mi.

El teléfono volvió a sonar. Deje el cuadro sobre la butaca y fui a contestar.

- Hola.

- Hola cariño, como estas hoy?- era Vee, mi amiga y cómplice.

- Bien y tu?

- Estoy hambrienta. Recuerdas nuestra comida de hoy verdad? - No.

- Si... claro. 

- Bien. Paso por ti en media hora.- colgó.

Me quede para con el teléfono en la mano, mirando hacia el cuadro que había dibujado. Ahora yacía en la butaca y él me miraba a través de la ventana. Llame a Rixon. Tenia la costumbre de llamarme de improviso para comidas improvisadas con sus accionistas.

- Grey Texiles en que puedo ayudarle?- Era Marcie Miller, la secretaria de Rixon. No me caía bien. En parte porque usaba las faldas muy cortas para mi gusto, y en parte porque me hablaba de una forma extraña. Al parecer, el sentimiento era mutuo.

- Soy Nora. Me pasas a Rixon?

- No. Lo siento, esta en una junta con un nuevo socio.

- Va a tardar?

- Parece que si. Han pedido todos los estados de cuenta desde hace 5 años.

-Bien. Dile que llame.- colgué.

20 minutos después llego Vee y fuimos a comer. 

- Me dices en que piensas?

- Perdón?- me agarro desprevenida.

-En que piensas? desde que llegamos estas muy callada, como perdida en tus pensamientos. Paso algo con Rixon?- A Vee no le caía bien Rixon, decía que el había estado conmigo solo por estar cerca de mi padre, y que ahora lo hacia para poder controlar mi empresa. Tal vez era cierto, Rixon no era exactamente el mejor amigo o el mejor amante. Pero me agradaba tener a alguien que se hiciera cargo de la empresa y que me acompañara. Aunque últimamente él no lo hacia. Me despertaba sola casi todas las mañanas. Pasaba el día con Vee o paseando por la ciudad, y Rixon solo llamaba para cenar cuando era con algún accionista y necesita de mi presencia. De lo contrario también lo hacia sola.

-No. Disculpa, no pasa nada. Solo pensaba en una pintura que he iniciado, ya sabes como es.- Mentir no se me daba bien, pero lo dejo pasar.

Comimos casi en completo silencio. Solo vee hacia algunos comentarios sobre lo guapos que eran los mosos. Terminamos de comer, pero no tenia deseos de volver a casa.

- A donde vas ahora?- pregunte a Vee haciendo un puchero, una vez estuvimos a fuera del restaurante.

- Lo siento cariño, pero me necesitan en la tienda.- Vee era propietaria una tienda de modas, el lugar era pequeño, pero podías encontrar de todo.

No estaría conmigo hoy. Recordé que me habían invitado a una exposición de pintura que iniciaba  a las 3. Le pedí a Vee que me dejara allá. No tenia deseos de ir a casa, quería dejar de pensar en él y en su mirada penetrante. Aunque sabia que solo me engañaba, la verdad era que me atraía grandemente, deseaba verlo otra vez.

M. Xoxo

21 de noviembre de 2013

Cap. IV "La Primera Vez de Patch y Nora"


 
- Patch… -me mordí el labio inferior inquieta por lo que al parecer, se le estaba pasando por la mente-, ¿aquí?

- Bésame –exigió con codicia ignorando mi pregunta.

Le besé tiernamente pero Patch quería más y profundizó con sus labios y su lengua en los míos como todo un depredador, un animal. Mi aupó de nuevo como una niña pequeña para ayudarme a que mis pies tocaran el suelo y mientras seguía  comiéndome literalmente la boca sus manos se apoyaron con ferocidad en los huesos de mis caderas para enredar sus dedos en la tela de mis vaqueros y echar hacia abajo la prenda de ropa hasta los muslos. Me alzó con seguridad otra vez y me acopló de nuevo entre aquella mesa y él. Bajó la vista hacia mis piernas y sonrió mientras me sacaba por completo aquellos pantalones, arrastrando con ellos mi calzado también, dejándome ante él tan solo con un conjunto de braguitas y sujetador, ambos de tonos blancos. Me observó con ojos llenos de lascivia logrando por supuesto que me sonrojara.

- Mi ángel –musitó. Patch acarició con las yemas de sus dedos mis pernas y muslos atrayéndolos con firmeza a ambos lados de su costado. Avanzó con su roce subiendo por cada rincón de mi cuerpo hasta llegar a mi sujetador. No dudó ni un segundo y con un movimiento ágil lo desabrochó en la parte posterior tirando de él hasta dejar al descubierto mis pechos. Cubrió uno con su mano ¡Dios mío!, ya no recordaba como se respiraba.

- Eres preciosa… -sonrió mientras con su mirada descarada recorría mi cuerpo–. Te deseo tanto, no sabes cuánto tiempo llevo esperando esto –ahora hablaba rozando sus labios en los míos–, no quiero que tengas miedo -alzó un lado de la comisura de sus labios mostrándome una media sonrisa.-

- Esto es totalmente nuevo para mí. –suspiré.

- Seré el maldito canalla que le robe la virginidad a un ángel –sonrió con un humor negro–. Me gusta eso, Nora -aseguró ahora dulcemente.

Patch clavó su mirada hasta la única prenda de ropa que me quedaba, para verse aplastado contra mi sexo. Lo notaba duro. Friccionó con más fuerza su entrepierna, se frotaba y no cesaba con sus movimientos. ¡Dios Santo!, sentía que me estaba volviendo loca y mi sexo comenzaba a palpitar. Posó sus manos en mi cintura hasta llegar a mis nalgas cogiéndolas con ferocidad y alzándome hacia él. Rodeó con sus dedos en el borde de mis braguitas y las deslizo hacia los muslos, dejándome ahora sí, desnuda ante él por completo. Me ruboricé. Noté como Patch empezaba a respirar descontroladamente y como cerraba los ojos con fuerza.

- Debo controlarme, ángel. No quiero hacerte daño –gruño en un tono salvaje–. No a ti.

Me removí inquieta. Él me aferró más fuerte y me quitó por completo aquella insignificante prenda interior.

- Tranquila, pequeña. No te asustes.

- Patch, no tie… tienes porque hacer… esto –pronuncié con agitación.

No quería verle luchar para controlar su naturaleza por temor a hacerme daño, o quizás… ¿podría ser que no era lo suficiente buena para él? Seguramente sus amantes habrían sido mujeres con experiencia en este terreno. Yo no tenía ninguna. No puede ser. Intenté apartarme de él, pero Patch no me dejó.

- Quieta, Nora –parecía una orden.

- No quiero que te sientas obligado a nada, Patch –mi voz sonaba rota–. Suéltame.

Arqueó una ceja llena de incredulidad.

- ¿Obligado? ¡Oh, vaya! Es todo un castigo tener en mis brazos a la persona que más he deseado en toda mi existencia y hacerle el amor –reclamó con una risita de diversión-. ¿Crees que no quiero esto?

Llevó su boca a uno de mis pezones, lo rodeó con la lengua, lo chupó y succionó dejándolo tieso. Rodeé con mis brazos su cuello atrayéndolo mas hacia a mi para que tomara todo lo que quisiera. La vista se me nubló de placer.

- No quiero que te controles.

- No sabes lo que has dicho, Nora –setenció burlón y con cara de niño malo mientras levantaba la cabeza para mirarme a los ojos. Patch jugó un poco con el pequeño capullo de mi otro pecho, tiró de el suavemente y noté como se me endurecía también bajo sus tacto. Pasó las manos por debajo de mi cuerpo y me levantó, haciendo que me arqueara encima de la mesa.

Por debajo de sus pantalones podía sentirlo tan duro y erecto. Deslizo una mano por mi cuerpo hasta llegar al triángulo de mi sexo. Abarcó con su palma mi intimidad y después de unos segundos –quizás más- guio un dedo entre mi hendidura. Con su hábil dedo formo círculos por mi clítoris. Frotándolo y acariciándolo para que me abriera a él. Podía sentir una humedad latente por toda aquella zona que Patch había tomado como suya. Continuaba con aquella ardiente tortura, separaba mis labios vaginales y los frotaba.

- Patch… -intenté pronunciar en medio de un gemido mientras echaba la cabeza hacia atrás.

- Así, Nora –masculló apretando los dientes sin dejar de excitarme.

No sé exactamente cuánto tiempo dedicó Patch sin descanso a masajear y martirizar con dulzura y fiereza cada rincón de mi cuerpo. Mucho. Pero no era suficiente, ni para él, ni para mi.

Introdujo un dedo en mi interior y lo movió en círculos. Me quejé un poco con un sollozo. Patch me miró directamente a los ojos con gesto controlado.

- ¿Estás bien, ángel? –rozó con su mano libre mi rostro con veneración.

- Aja –asentí con la cabeza–.

Patch. Acompañó aquella fricción con un segundo dedo, ambos introducidos hasta los nudillos. Masajeó mis paredes internas. Gemí y moví las caderas hacia delante y atrás. Prolongando todo aquello hasta que mi entrepierna se llenaba cada vez más de un húmedo calor y entonces llegó la explosión con fuertes sacudidas, dejándome en la mesa completamente dócil para él mientras me recuperaba de los temblores del orgasmo. Repitió aquella práctica una vez más y otra. Haciéndome perder la razón y el número de orgasmos alcanzados por sus expertas caricias. Ahora estaba totalmente preparada para aceptarlo dentro de mi.

- Patch –gimoteé desesperada porque calmara el fuego que había despertado en mí.

- Shhh… Yo también siento lo mismo. Llevó las manos hacía su pantalón.

- Ya estás lista –afirmó Patch complacido.

Sin perder un segundo y en un abrir y cerrar de ojos, se quedó completamente desnudo ante mi. Su pene grueso y largo se irguió. Y en ese preciso momento solo fui consciente de mi respiración rápida y agitada. ¿Nervios?… ¡Dios! ¿Podía desgarrarme? Su falo de piel bronceada y al que se le marcaban las venas, era… demasiado grande. Cuando sintió mi tensión Patch me dirigió una mirada suplicante. Levanté una mano hacia su torso y lo acaricié olvidando por completo mis miedos al sentir el contacto de su piel.

- Deberíamos tomar precauciones –inquirí mientras tragaba saliva con dificultad.

- Confía en mí. No es necesario. Ya te dije que alguien de "alto" rango me debe un favor. Y yo, bueno… no tengo ninguna enfermedad contagiosa, Nora –se burló–. Podemos amarnos libremente sin preocupaciones.

Asentí con fe ciega en él. Sonrió como un niño travieso. Me agarró por debajo de las rodillas y las abrió hacia él un poco más, se coloco en medio y las alzó, invitándome a rodearle la cintura. Colocó la punta de su pene en mi entrada. Jugó primero con su miembro en la zona de mi portal con acaricias atrevidas y provocativas. Cada vez estaba más hinchada, dura y húmeda. Fue entonces cuando comprendí que Patch quería asegurarse completamente que mi cuerpo estuviera relajado ante la que iba a ser su invasión. No quería hacerme ningún tipo de daño, pero… ¿podría ser eso posible? Estaba claro que Patch sabía muy bien lo que hacía.

- Déjame entrar, Nora –ronroneo.

Su cuerpo estaba igual de agitado. Con un movimiento lento pero directo me penetró. No del todo, era mi primera vez y por lo visto un poco pequeña para abrazar por completo su pene de buenas a primeras. Grité, moviendo un poco las piernas cuando sentí que Patch derribaba en mi interior un muro con una fuerte presión. El himen. Mi virginidad. Mi espalda formaba un arco perfecto y mis ojos vidriosos luchaban por enfocar. Sollozaba.

- Ángel, se que te duele. Relájate –empujó un poco más con sus caderas.

- P… Patch –ahogue un gemido. Se había introducido por completo después de varios intentos.-

- Eres tan estrecha… y pequeña –caviló en voz alta.

Mi cuerpo temblaba mientras en mi interior lo sujetaba con fuerza. Patch se inclinó y me besó. Ese gesto hizo que se clavara aun más. Me estremecí con la punzada de dolor. Él También respiraba con dificultad.

- Quédate quieta un poco, deja que tu cuerpo me acepte dentro de ti –me habló con sus labios junto a los míos.
 
S.M. Afonso

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