Retrocedí unos pasos. No sabía que pasaba allí pero
por lo que lograba comprender Patch tenía un cierto rango entre todos aquellos
hombres y no dudaban en cumplir sus deseos sin protestar siquiera. Me arrastraron sin
muchos miramientos, de forma bruta y sin esfuerzo a pesar de que yo me
resistía. El Patch que estaba allí era la mismísima reencarnación del mal.
-¡No!
–protesté- ¡Soltadme!-Fue
inútil y en un santiamén estaba a su lado, donde él me tomó bruscamente sin
ninguna delicadeza, colocándome de espalda justo delante de él, para que el
resto pudiera vernos.
-Ya sabéis que tenéis que hacer –dijo Patch.
-¿Y
ella? –inquirió el chico, el cual yo pensaba que de un modo u otro mandaba ahí,
pero al parecer nada que ver. Patch era su líder, y si no, algo muy parecido.
-A
esta –y me zarandeó un poco-, me la quedo yo. Haced lo que queráis con el
resto, pero no olvidéis nuestros objetivos y finalidad.
Se oyeron quejas y descontentos en forma de
murmullos. Por lo visto Patch les había quitado la oportunidad de desquitarse
conmigo.
-¡Ya
basta! –vociferó.
-Jev,
hemos derrotado a un grupo importante de Nifilim esta noche –comenzó hablar
otro. Sí lo reconocía o no, ya no lo sabía, mis ojos anegados en un llanto
secreto no me dejaban vislumbrar lo que sucedía- Nos merecemos como mínimo
divertirnos un poquito con esa zorra –añadió refiriéndose a mi-. Es la descendiente
de 'La mano negra'. El premio gordo –se cachondeó finalmente.
Aunque el buen humor no le duró mucho, porque tras
mirar a Patch se quedó tan inmóvil como una estatua. No podía saber que vio en
su rostro porque estaba detrás de mí, pero no debía ser nada amigable al ver
las expresiones de zozobra en todos ellos. A esas alturas yo respiraba
apresuradamente y me sudaban las manos. Síntomas que aumentaron cuando Patch
contestó:
-Veré
que tan complaciente es –me pegó más a su pecho- y si merece la pena que se
quede en mi cama –riendo recorrió con su mano libre mi cadera peligrosamente
limitando en donde comenzaba mi zona más intima.
-¿Nos
la entregarás después? –quiso saber uno.
-Eso
depende de cómo se comporte –acercó su boca a mi oído-. Dime pequeña, ¿serás un
ángel conmigo y me obedecerás o prefieres que te deje aquí con los demás?
«Por qué me hablaba como si no me reconociera? Como si fuera la
primera vez que nos veíamos…» «¿Estaría fingiendo?» No lo parecía. Su actitud
hacia mí era ruda, en sus palabras dejaba claro que era un simple objeto para
él, o lo satisfacía por entero o estaba dispuesto a dejarme allí, con el resto
y a su total voluntad sin importarle nada en absoluto.
-Patch
–murmuré con un nudo en la garganta.
Como respuesta, él me giro para hacerle frente, como
si no comprendiera el por qué de aquel nombre que salió de mis labios.
-¿Patch?
–enarcó una ceja-. Cuando estés conmigo el único nombre que mencionarás –sonrió
con sorna-, o gritaras, será el mío. ¿Has entendido?
Su actitud era irreconocible, por lo que simplemente
asentí débilmente con la cabeza.
-Veo
que eres una chica lista.
Repartió las últimas órdenes y a continuación, sin
soltarme en ningún momento, tiró de mi hasta el que parecía ser su nuevo coche,
un jeep SRT8 de color negro, conocido por su extrema velocidad y, viendo que no
había nada cortés en sus acciones, me estremecí al saber que debía subirme a
ese coche, con un Patch aparentemente ávido de repartirme algún tipo de
lección. Me
dejó en la puerta del copiloto sin más y se encaminó hacia el lado del
conductor.
-Sube
–dijo mientras abría la puerta de su lado.
De soslayo calculé que posibilidades tenía de
escapar en ese preciso momento, que como solía suceder, descubrí que eran
escasas, ridículas. No iría muy lejos, sin que Patch lograra alcanzarme en
apenas segundos. Era de noche y el lugar donde nos encontrábamos no era nada
halagüeño como para empezar una marcha en solitario, perdida y sin rumbo.
Además, el estado físico en el que me encontraba tampoco ayudaba. «Pero aún así…». Clavé mi mirada en él.
Podría ser una misión suicida, seguramente, pero huir sería mucho mejor opción
que quedarse, teniendo en cuenta al Patch que tenía frente a mí.
-Yo
que tú, ni lo intentaría –me advirtió con tono enajenado, lo cual hizo que me
quedara aún más paralizada- ¿Quieres jugar, pequeña? –dio un portazo y en un
santiamén llegó hasta mi posición. Sin
ninguna dificultad me subió al jeep, y a continuación, tras rodear el coche se
montó él finalmente. Colocándose detrás del volante y arrancando el motor. Tragué saliva con mucha
dificultad. Tenía que saber que iba a suceder con él, y… conmigo.
-¿A
dónde me llevas? ¿Qué quieres de mí? -Él
bufó como si mis preguntas fueran estúpidas.
-¿Necesitas
un mapa, chiquita? Podría ofrecerte alguna explicación –de reojo miró mis
piernas y torció la boca, en una sonrisa oscura- pero creo que te servirán más
los hechos que la teoría.
Aquellas palabras provocaron en mí un calor que
recorrió de manera abrasadora cada centímetro de mi cuerpo. «Maldita sea». Debía reaccionar de
otra forma y no caer tan fácilmente en su embrujo.
-No
te rec… reconozco, Pat… Patch –tartamudeé intentando hallar una razón a todo
aquel asunto y al hecho de que, el chico que amaba hubiese cambiado tanto.
-¿Y
por qué deberías de hacerlo? –preguntó secamente con la vista clavada en la
carretera.
Sí por cualquier motivo no me recordaba, como ya me
sucediera a mí en el pasado, tal vez, sería acertado hablarle de lo… «nuestro» y,
así ayudarlo a llenar las lagunas, que por lo visto tenía. Al menos, cuando yo
pasé por lo mismo, habría agradecido que hubiesen hecho lo mismo por mí y no
dejarme viviendo en la ignorancia de la situación.
Respiré una enorme bocanada de aire para insuflarme
valor.- Porque…
tú y yo, eh… teníamos algo.
¿Así? –sonaba más teatral que sorprendido. Alzó una
ceja socarrón- ¿Y que era ese “algo”, pequeña?
Para no flaquear ladee la cabeza por mí lado de la
ventana un breve instante antes de responder.
-Una…
relación, éramos… novios. Con
disimulo lo observé para ver su reacción. Enseguida supe que había sido un
error, ya que me molestó sobremanera ver como parecía esforzarse por no romper
a reír.
-Así
que novios, eh –inquirió.
- ¡Sí! –repliqué exasperada abrazándome con ambas
manos el estómago. Lo
cual debía divertirle, porque está vez no se preocupó en retener la risa.
-Dime
una cosa, niñita, ¿Cómo nos divertíamos?
La pregunta me dejo perpleja y parpadeé varias
veces… «Mmm, ¿qué quería saber exactamente?» Lo mejor era irse por las ramas y
no pararse a pensar.
-Supongo
que como cualquier otra pareja.
-Entiendo
–con los ojos puestos en la carretera aceptó llevando una mano hasta mi cabello
y sin dar más rodeos quiso saber-: ¿Hemos tenido intimidad?
Di un respingo al escucharlo. Al parecer, estaba más
que dispuesto a verme abochornada.
-Mmm,
nos hemos besado, sí. -A
su semblante asomó una sonrisa de pillo mientras bajaba su mano hasta descansar
en mis muslos, lo que desencadenó que temblara de arriba abajo reconociendo su
tacto en mi piel. Concentrado
totalmente en la conducción, que por cierto, la velocidad que alcanzaba con
aquel jeep ponía los pelos de punta, y sin cesar en torturarme con esa especie
de caricias descaradas, pregunto de nuevo:
-Yo
me refiero a sí nos hemos acostado, chiquita. Abrí los ojos como
platos.
-¿Cómo?
-Él detuvo al fin el
coche y me miró fijamente, incitante. Trasladó el toque que ejercía a lo largo
de mis muslos hacía mí entrepierna, lo que hizo que me removiera inquieta
haciendo lo posible por apartarlo. Él me inmovilizó de inmediato con sus
brazos.
-¿Es
tú reacción, un no?
-Por
favor… -le rogué temerosa de hacía donde podía ir a parar todo aquel asunto.
Me arrepentí en seguida de implorarle cuando me di cuenta
que su rostro se tensaba destilando hostilidad. Echó hacia atrás mi cabeza
agarrándome por el pelo con muy poca gentileza, dejándome completamente
expuesta a su escrutinio y voluntad. Peligrosamente
pegado a mi cara, donde nuestros labios y pieles entraban casi en contacto,
graznó:
-¡Sí
o no! Es muy simple la respuesta, ¿no crees? -Al
ver que tardaba en resolver su duda con su mano libre desgarró la tela de mi
camisa dejando a la vista mi sujetador negro.
-¡No!
–grité haciendo lo posible por darle una patada entre sus partes. Lo que resultaba
inútil, Patch era demasiado fuerte y yo estaba malherida de la contienda que
los Nefilim habíamos tenido con algunos caídos.
Para impedir mi ataque se echó prácticamente encima
de mí. -¿Qué
significa esto, niñita? ¿Qué solo paseábamos de la mano y jugamos al billar, o
que realmente sí que nos divertíamos en la cama?
Estaba tan humillada que mi visión se nubló por las
lágrimas que luchaban por salir.
-¡Quiero
oír tú respuesta! –exigió, al parecer harto del drama. Y yo, sinceramente no
pude más. Con rabia e impotencia le espeté al fin, apartando mi rostro a un
lado para evitar que me viera abatida:
-¡Sí!
-¿Sí,
qué? –«¿Por qué disfrutaba
mortificándome?» tenía
las mejillas mojadas por mis lágrimas, pero eso no bastó para Patch. Me obligó
a que lo miraba, lo que solo ayudó a que me sintiera doblemente condenada al
verme tan vulnerable bajo su control. Pero por lo visto, esto removió algo en
su interior porque por primera vez en la noche, noté como vacilaba y fruncía el
ceño consternado. Contrariado mientras parecía traspasar mi mente con su
mirada. Como cuando alguien está concentrado en acertar lo que puede esconder
un jeroglífico.
Pasados unos minutos se apartó de mi lado como sí mi
piel le resultase lava ardiente. Mientras Patch volvía a su asiento sin
dirigirme ni una palabra siquiera, yo parpadee desconcertada por lo que acaba
de suceder.
S. M. Afonso
>.< bueno como siempre la imprimiré ya que no puedo estar frente al monitor mucho tiempo... y veo que es muy buena... asi que espero ver la continuación o que al menos sigas aportando más seguido... cuidate y felices fiestas... ;)
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