2º parte de: La primera vez de Patch & Nora
Género erótico, Fanfic escrito por S.M. Afonso
«Solo los inmaculados de corazón y virtuosos de alma
conocerán la salvación eterna».
O eso era lo que, por lo visto ridículamente creía
hasta ese preciso instante. Ante mi tenía la devastadora imagen de lo que había
sido, apenas hasta hacía muy pocos minutos una aterradora batalla entre dos
ejércitos. Una contienda embriagada por el apetito ciego del poder, por el
deseo desenfrenado de dominar el mundo por encima de todo y todos.
En esta ocasión los Nifilim eran los grandes
perdedores. Aún me preguntaba si de verdad alguna vez tendríamos la más mínima
opción de ser los triunfadores y acabar con siglos de esclavitud forzada. Con
algunas magulladuras, hematomas y con la ropa hecha un desastre observaba
horrorizada cuales serían las consecuencias del enfrentamiento entre los
Nifilim, de los cuales yo era su líder absurdamente y de manera inverosímil y
entre el batallón de ángeles caídos, que al parecer solo seguían sus propias
reglas individuales. Pero algo cambió ese día y una nueva revelación llegó ante
mí dejándome desconcertada por completo.
Mientras mis hombres permanecían esparcidos por el
suelo en un estado de absoluto letargo, tan solo quedábamos en pie unos pocos.
Un número ridículamente inferior al que formaba la fila de nuestros oponentes,
que parecían no haberse despeinado en la lucha. Estaban y se habían vuelto más
fuertes que nunca. Sí es que alguna vez se habían marchado o nuestra condenada
sangre de Nifilim nos podía brindar alguna oportunidad… Estaba claro que no.
Entre los caídos reconocí a Gabe, Jeremiah y
Dominic, pero fue otro quién tomó la voz reinante para romper el ensordecedor
silencio que flotaba en el aire. Lo que hasta hace unos momentos tan solo
hubiese resultado casi imposible. Será mejor que aceptéis los hechos. El joven
que habló no ocultaba su malévola risa, mientras caminaba entre los cuerpos
inconscientes como quién acude a un día de rebajas, lo que resultaba espeluznante.
Estaba claro que éramos eso, mercancía para usar. Y yo no podía tirar la toalla
con tanta facilidad.
Para bien o para mal era la descendiente directa de
'La mano negra' y había hecho un juramento para liderar nuestra raza y causa.
No había sido mi desición, pero Hank no me dejó otra alternativa. Me armé de
valor y dirigí una mirada furiosa para dar a conocer mi opinión.
-¡Jamás!
No mientras sigaís destrozando vidas. Poseyendo cuerpos sin pensar en las
consecuencias que acarrean de vuestros actos déspotas.
Todos los ángeles caídos allí presentes rompieron en
tronadoras carcajadas al escucharme.¡
-¿Y
quién nos lo va a impedir, eh? ¿Tú? –siguió hablando el chico de antes-. Solo
sois simples utensilios para tomar cuando lo creamos oportuno –dijo propinando
un rodillazo a uno de la media docena de Nifilim que aún nos alzábamos sobre
nuestras piernas temblorosas.
Estábamos acorralados e impotentes. Totalmente a su
merced y hacía ya rato que permanecíamos como condenados esperando su sentencia
final con ansia para no alargar todo aquello mucho más.
-Resultáis tan penosos que vuestra líder es una cría
como tú –continuaba diciendo-. Dime…- caminó hacia donde yo estaba y se puso a
escasos centímetros. Hice lo que pude por no demostrar temor y retroceder-, ¿no
teníais a alguien más… apto? –se burló con una carcajada.
Había una cosa que me preocupaba también
enormemente. Scott y Tono estaban prisioneros, y Dante yacía inmovilizado por
varios caídos. Las cosas pintaban muy mal. No podía darme el lujo de ejercer mi
rebeldía en esos momentos. No con tantas vidas en juego. Tragué saliva con
dificultad y el joven que me hacía parecer enana a su lado clavó de nuevo sus
ojos en mi con una clara expresión de triunfo y de una secreta promesa. Me lo
haría pasar muy mal si nadie lo impedía.
-Decidme
chicos –alzó la voz para que lo oyeran sus aliados, pero no retiró su mirada de
mí-. ¿Qué podemos hacer con esta niñita? –preguntó finalmente estirando su mano
para tomar un mechón de mi cabello en una especie de fingida caricia.
Los gritos de júbilo eran abrumadores.
-A
mí se me ocurren un par de ideas –se mofó uno. Podemos divertirnos un
ratito –rió otro.
-¡Sí!
No nos importa compartirla –proclamaron unos cuantos.
El muchacho que estaba ante mí les dedicó una
radiante sonrisa a sus camaradas en forma de aprobación. Cosa que me hizo
amedrentarme por dentro temiendo lo peor.
-¿Qué
opinas, niñita? –me insto centrándose de nuevo en mi y tirando ahora sí con
despreció de mi pelo-. ¿Estás dispuesta a recompensarnos? No es que seas la
gran cosa, pero… -revisó el lugar rápidamente con su vista-, no tenemos mucho
más donde elegir –su tono era perverso, igual que su semblante.
Capte horrorizada el significado de sus palabras. En
el ejercito Nifilim las mujeres brillaban por su escases y la única que estaba
allí plantada ante esa pesadilla era yo. Totalmente a su merced porque por
mucho que guerreara no tenía ningún tipo de posibilidad de salir bien librada
de aquel mal sueño hecho realidad.
-¡Contesta!
–exigió el que llevaba el control de la situación. O eso parecía-. ¡¿No sabes
usar la lengua?! –y dicho esto me abofeteó.
Apreté los dientes para no derrumbarme-. ¿Tengo que
enseñarte zorrita? –tirando con brutalidad de mi cabello echó mi cabeza hacía
atrás.
-¡No!
–grité desesperada y con la vista nublada por las lágrimas.
Ahora sí, la poca valentía que me quedaba se esfumó. Para mi sorpresa, el
muchacho aflojó su agarre. No podía ser que tuviera después de todo
remordimientos y algo se moviera en su interior al verme completamente abatida. Pero pronto conocí el
motivo que provocó aquella reacción, cuando oí una voz extrañamente familiar.
Hacía semanas que la había escuchado por última vez, y ese día también venía
acompañado de muchas otras imágenes que nunca podría olvidar.
-¿Qué ha sucedido aquí? –interrogó autoritario el
recién llegado.
Debía ser una especie de alucinación porque al otro
lado de donde yo me encontraba, vi la figura intimidatoria de Patch. Iba
vestido totalmente de negro y sus rasgos eran severos. Duros. Aunque la
amenazadora sombra de su mirada era aún mucho más preocupante.
Cuando el maldito que me retenía pareció entender la
orden que trasmitió Patch en un oculto secreto, apartó las manos de mí, y por
fin me liberé de su agresión.
-Simplemente
hemos cuidado nuestros intereses, Jev –le rendía deferencia, pero no parecía
muy contento por ello-. Y ahora pensábamos tomarnos un pequeño respiro pasando
un rato agradable –comentó con una mueca vil.
Patch recorrió el lugar con la mirada y en sus
labios se dibujó una sonrisa perversa. Era él, lo sabía, pero no lo reconocía,
y yo sentía que en cualquier momento caería de rodillas producto de un ataque
nervioso o cardiaco.
-Bien
–asintió y con un movimiento de cabeza me señaló, indicándole a dos de los
ángeles caídos más cercanos a él que se acercaran hasta donde yo estaba-.
Traédmela –ordenó.
S.M. Afonso
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