19 de diciembre de 2013

Retenida Bajo La Oscuridad- Cap. II (Fanfic erotico)



Retrocedí unos pasos. No sabía que pasaba allí pero por lo que lograba comprender Patch tenía un cierto rango entre todos aquellos hombres y no dudaban en cumplir sus deseos sin protestar siquiera. Me arrastraron sin muchos miramientos, de forma bruta y sin esfuerzo a pesar de que yo me resistía. El Patch que estaba allí era la mismísima reencarnación del mal.

-¡No! –protesté- ¡Soltadme!-Fue inútil y en un santiamén estaba a su lado, donde él me tomó bruscamente sin ninguna delicadeza, colocándome de espalda justo delante de él, para que el resto pudiera vernos.

-Ya sabéis que tenéis que hacer –dijo Patch.

-¿Y ella? –inquirió el chico, el cual yo pensaba que de un modo u otro mandaba ahí, pero al parecer nada que ver. Patch era su líder, y si no, algo muy parecido.

-A esta –y me zarandeó un poco-, me la quedo yo. Haced lo que queráis con el resto, pero no olvidéis nuestros objetivos y finalidad.

Se oyeron quejas y descontentos en forma de murmullos. Por lo visto Patch les había quitado la oportunidad de desquitarse conmigo.

-¡Ya basta! –vociferó.

-Jev, hemos derrotado a un grupo importante de Nifilim esta noche –comenzó hablar otro. Sí lo reconocía o no, ya no lo sabía, mis ojos anegados en un llanto secreto no me dejaban vislumbrar lo que sucedía- Nos merecemos como mínimo divertirnos un poquito con esa zorra –añadió refiriéndose a mi-. Es la descendiente de 'La mano negra'. El premio gordo –se cachondeó finalmente.

Aunque el buen humor no le duró mucho, porque tras mirar a Patch se quedó tan inmóvil como una estatua. No podía saber que vio en su rostro porque estaba detrás de mí, pero no debía ser nada amigable al ver las expresiones de zozobra en todos ellos. A esas alturas yo respiraba apresuradamente y me sudaban las manos. Síntomas que aumentaron cuando Patch contestó:

-Veré que tan complaciente es –me pegó más a su pecho- y si merece la pena que se quede en mi cama –riendo recorrió con su mano libre mi cadera peligrosamente limitando en donde comenzaba mi zona más intima.

-¿Nos la entregarás después? –quiso saber uno.

-Eso depende de cómo se comporte –acercó su boca a mi oído-. Dime pequeña, ¿serás un ángel conmigo y me obedecerás o prefieres que te deje aquí con los demás?

«Por qué me hablaba como si no me reconociera? Como si fuera la primera vez que nos veíamos…» «¿Estaría fingiendo?» No lo parecía. Su actitud hacia mí era ruda, en sus palabras dejaba claro que era un simple objeto para él, o lo satisfacía por entero o estaba dispuesto a dejarme allí, con el resto y a su total voluntad sin importarle nada en absoluto.

-Patch –murmuré con un nudo en la garganta.
Como respuesta, él me giro para hacerle frente, como si no comprendiera el por qué de aquel nombre que salió de mis labios.

-¿Patch? –enarcó una ceja-. Cuando estés conmigo el único nombre que mencionarás –sonrió con sorna-, o gritaras, será el mío. ¿Has entendido?

Su actitud era irreconocible, por lo que simplemente asentí débilmente con la cabeza.
-Veo que eres una chica lista.

Repartió las últimas órdenes y a continuación, sin soltarme en ningún momento, tiró de mi hasta el que parecía ser su nuevo coche, un jeep SRT8 de color negro, conocido por su extrema velocidad y, viendo que no había nada cortés en sus acciones, me estremecí al saber que debía subirme a ese coche, con un Patch aparentemente ávido de repartirme algún tipo de lección. Me dejó en la puerta del copiloto sin más y se encaminó hacia el lado del conductor.

-Sube –dijo mientras abría la puerta de su lado.

De soslayo calculé que posibilidades tenía de escapar en ese preciso momento, que como solía suceder, descubrí que eran escasas, ridículas. No iría muy lejos, sin que Patch lograra alcanzarme en apenas segundos. Era de noche y el lugar donde nos encontrábamos no era nada halagüeño como para empezar una marcha en solitario, perdida y sin rumbo. Además, el estado físico en el que me encontraba tampoco ayudaba. «Pero aún así…». Clavé mi mirada en él. Podría ser una misión suicida, seguramente, pero huir sería mucho mejor opción que quedarse, teniendo en cuenta al Patch que tenía frente a mí.

-Yo que tú, ni lo intentaría –me advirtió con tono enajenado, lo cual hizo que me quedara aún más paralizada- ¿Quieres jugar, pequeña? –dio un portazo y en un santiamén llegó hasta mi posición. Sin ninguna dificultad me subió al jeep, y a continuación, tras rodear el coche se montó él finalmente. Colocándose detrás del volante y arrancando el motor. Tragué saliva con mucha dificultad. Tenía que saber que iba a suceder con él, y… conmigo.

-¿A dónde me llevas? ¿Qué quieres de mí? -Él bufó como si mis preguntas fueran estúpidas.

-¿Necesitas un mapa, chiquita? Podría ofrecerte alguna explicación –de reojo miró mis piernas y torció la boca, en una sonrisa oscura- pero creo que te servirán más los hechos que la teoría.

Aquellas palabras provocaron en mí un calor que recorrió de manera abrasadora cada centímetro de mi cuerpo. «Maldita sea». Debía reaccionar de otra forma y no caer tan fácilmente en su embrujo.

-No te rec… reconozco, Pat… Patch –tartamudeé intentando hallar una razón a todo aquel asunto y al hecho de que, el chico que amaba hubiese cambiado tanto.

-¿Y por qué deberías de hacerlo? –preguntó secamente con la vista clavada en la carretera.

Sí por cualquier motivo no me recordaba, como ya me sucediera a mí en el pasado, tal vez, sería acertado hablarle de lo… «nuestro» y, así ayudarlo a llenar las lagunas, que por lo visto tenía. Al menos, cuando yo pasé por lo mismo, habría agradecido que hubiesen hecho lo mismo por mí y no dejarme viviendo en la ignorancia de la situación.

Respiré una enorme bocanada de aire para insuflarme valor.- Porque… tú y yo, eh… teníamos algo.

¿Así? –sonaba más teatral que sorprendido. Alzó una ceja socarrón- ¿Y que era ese algo, pequeña?

Para no flaquear ladee la cabeza por mí lado de la ventana un breve instante antes de responder.

-Una… relación, éramos… novios. Con disimulo lo observé para ver su reacción. Enseguida supe que había sido un error, ya que me molestó sobremanera ver como parecía esforzarse por no romper a reír.

-Así que novios, eh –inquirió.

- ¡Sí! –repliqué exasperada abrazándome con ambas manos el estómago. Lo cual debía divertirle, porque está vez no se preocupó en retener la risa.

-Dime una cosa, niñita, ¿Cómo nos divertíamos?
La pregunta me dejo perpleja y parpadeé varias veces… «Mmm, ¿qué quería saber exactamente?» Lo mejor era irse por las ramas y no pararse a pensar.

-Supongo que como cualquier otra pareja.

-Entiendo –con los ojos puestos en la carretera aceptó llevando una mano hasta mi cabello y sin dar más rodeos quiso saber-: ¿Hemos tenido intimidad?

Di un respingo al escucharlo. Al parecer, estaba más que dispuesto a verme abochornada.

-Mmm, nos hemos besado, sí. -A su semblante asomó una sonrisa de pillo mientras bajaba su mano hasta descansar en mis muslos, lo que desencadenó que temblara de arriba abajo reconociendo su tacto en mi piel. Concentrado totalmente en la conducción, que por cierto, la velocidad que alcanzaba con aquel jeep ponía los pelos de punta, y sin cesar en torturarme con esa especie de caricias descaradas, pregunto de nuevo:

-Yo me refiero a sí nos hemos acostado, chiquita. Abrí los ojos como platos.

-¿Cómo? -Él detuvo al fin el coche y me miró fijamente, incitante. Trasladó el toque que ejercía a lo largo de mis muslos hacía mí entrepierna, lo que hizo que me removiera inquieta haciendo lo posible por apartarlo. Él me inmovilizó de inmediato con sus brazos.

-¿Es tú reacción, un no?

-Por favor… -le rogué temerosa de hacía donde podía ir a parar todo aquel asunto.

Me arrepentí en seguida de implorarle cuando me di cuenta que su rostro se tensaba destilando hostilidad. Echó hacia atrás mi cabeza agarrándome por el pelo con muy poca gentileza, dejándome completamente expuesta a su escrutinio y voluntad. Peligrosamente pegado a mi cara, donde nuestros labios y pieles entraban casi en contacto, graznó:

-¡Sí o no! Es muy simple la respuesta, ¿no crees? -Al ver que tardaba en resolver su duda con su mano libre desgarró la tela de mi camisa dejando a la vista mi sujetador negro.

-¡No! –grité haciendo lo posible por darle una patada entre sus partes. Lo que resultaba inútil, Patch era demasiado fuerte y yo estaba malherida de la contienda que los Nefilim habíamos tenido con algunos caídos.

Para impedir mi ataque se echó prácticamente encima de mí. -¿Qué significa esto, niñita? ¿Qué solo paseábamos de la mano y jugamos al billar, o que realmente sí que nos divertíamos en la cama?

Estaba tan humillada que mi visión se nubló por las lágrimas que luchaban por salir.
-¡Quiero oír tú respuesta! –exigió, al parecer harto del drama. Y yo, sinceramente no pude más. Con rabia e impotencia le espeté al fin, apartando mi rostro a un lado para evitar que me viera abatida:

-¡Sí!

-¿Sí, qué? –«¿Por qué disfrutaba
mortificándome?» tenía las mejillas mojadas por mis lágrimas, pero eso no bastó para Patch. Me obligó a que lo miraba, lo que solo ayudó a que me sintiera doblemente condenada al verme tan vulnerable bajo su control. Pero por lo visto, esto removió algo en su interior porque por primera vez en la noche, noté como vacilaba y fruncía el ceño consternado. Contrariado mientras parecía traspasar mi mente con su mirada. Como cuando alguien está concentrado en acertar lo que puede esconder un jeroglífico.


Pasados unos minutos se apartó de mi lado como sí mi piel le resultase lava ardiente. Mientras Patch volvía a su asiento sin dirigirme ni una palabra siquiera, yo parpadee desconcertada por lo que acaba de suceder.

S. M. Afonso

1 comentario:

  1. >.< bueno como siempre la imprimiré ya que no puedo estar frente al monitor mucho tiempo... y veo que es muy buena... asi que espero ver la continuación o que al menos sigas aportando más seguido... cuidate y felices fiestas... ;)

    ResponderEliminar