Capitulo 1
Comprobé una
vez más la dirección y miré rápidamente la hora en mi teléfono móvil. Las
20:54. Había llegado puntual. La "cita" estaba marcada para las
21:00. Había aceptado tan solo aquella reunión con Patch porque aún me debía
muchas explicaciones, y de momento no estaba dispuesta a pasarlas por alto. Lo
que me sorprendió fue el lugar escogido. Una edificación aislada, en las
afueras. A las claras reflejaba que un trabajador medio jamás podría permitirse
un capricho como lo que tenía ante mis ojos.
Su exterior era enorme e imponente, una mezcla
ligera con madera y vidrio, dando la sensación de una contemporánea fortaleza.
Amplias terrazas que presagiaban que eran aptas para la mayor relajación. En
realidad, el lugar dentro de lo hermoso de su fachada parecía vacío, desierto.
No se veía ni un alma. Respiré hondo y conté hasta diez. Con seguridad golpeé
con los nudillos la puerta principal.
No hubo respuesta. Toqué de nuevo. Más
silencio. Impaciente giré el pomo. Me llevé un sobresalto cuando la puerta cedió
y se abrió fácilmente. Con inquietud traspasé el umbral, tan tensa como si me
esperara al otro lado de la pared una declaración jurada para un caso peliagudo
que mantiene en jaque a un departamento entero de policía. Dejé caer mi mochila
al suelo, para quitarme la chaqueta. El calor era palpable, pero no sofocante.
Por el contrario, cálido y acogedor.
Mientras
curioseaba examiné el lugar. Una lujosa casa que gritaba confort, comodidad y
por supuesto, privacidad. Estilo contemporáneo, sin duda. Ofrecía un aspecto
elegante, con sensación de espacio. Espacios abiertos, llenos de luz y
despejados.
-Has venido,
ángel. Sabía que lo harías.
Di un
respingó y di media vuelta con el corazón latiéndome acelerado. No debería
sorprenderme a estas alturas verlo aparecer y desaparecer de la nada. Como si
fuera humo. Etéreo. Simplemente, unos segundos antes no está y en cuestión de
un respiro lo tienes a tu lado sin saber exactamente como lo hacía. Trajo
consigo también, con su presencia su aroma. Llenando la habitación de un
agradable olor a menta y tierra oscura. Fértil. Húmeda. Vestía con camisa
negra, pantalones holgados del mismo color y por supuesto, su más que habitual
gorra de beisbol. Su sonrisa era delirantemente atractiva mientras mantenía la
distancia.
-Aquí estoy. Te dije que vendría
–alce la barbilla en un gesto claro de orgullo.
Mis ojos
quedaban a la altura de sus hombros. Me obligué a mantenerme erguida para
mantenerle la mirada. Entrecerró
los ojos.
-Eres curiosa, Nora. Siempre
buscas respuestas, podría decirse que es una virtud, pero en ocasiones -su boca
se curvó en una sonrisa maliciosa– como ésta, resulta el cebo perfecto, el
incentivo para traerte a un terreno. Mi terreno.
Resoplé tal altanería.
-Mira, no tengo toda la noche… . Cortó mi frase.
Me miró y
alzo una ceja proclamando claramente perplejidad imitada.
-¿En serio? No lo creo.
Irritada por
su actitud le espeté. -No
crees, ¿qué cosa?
-Que tengas
prisa.
-¡Y tú que sabrás! –le
recriminé.
Sus ojos como
el cielo nocturno me atravesaron. Supe que esta noche seria larga. Los rasgos de su rostro
parecían controlar una risa. Tuve la sensación de que se tronchaba por dentro.
Se acercó con
total serenidad.
-Bueno, "larga" en
teoría. Pero créeme, se me hará muy corta –inclinó el rostro ensombrecido y
entornó los ojos–. Te puedo asegurar que a ti te sucederá lo mismo. – Se echó a
reír.
Me alejé unos
pasos e interpuse de nuevo la distancia anterior. Cruce los brazos sobre el
pecho, con talante recriminatorio, como cuando un árbitro amonesta a un jugador
que ha hecho una falta grave.
-Me gustaría saber el por qué de
tanto convencimiento. Pero podemos jugar a los refranes en otro momento, ¿no
crees?
- Si, tienes
razón. Mejor dejamos ese juego para otro día y pasamos a uno mucho más
divertido –se burló.
Ignorando su
indirecta, enfaticé con exasperación.
-No podemos pasarnos aquí horas
viendo quién gana la batallita de palabras, Patch. Hace días que apenas sé algo
de ti y realmente te has encargado bastante bien de que sea así. Entonces, no
entiendo el por qué de esta cita. Y aquí. –Con un breve movimiento de cabeza recorrí la
habitación, en forma de pregunta.
-¿Una buena partida de billar o
de póquer?
Una mano de suerte.
La jugada
adecuada y este lugar… Digamos, que entraba dentro de la partida. Se frotó la mandíbula.
-¿Qué tal si jugamos al billar?
–señaló hacia unas puertas correderas. Arrugué la frente desconcertada.
-¿Me has hecho venir hasta este
lugar para jugar al billar?
- No exactamente –rió socarrón y
se le formó un hoyuelo–. Pero hagamos un trato, juguemos una partida. Si ganas,
te daré todas las respuestas que quieras, pero si gano yo… entonces, exigiré mi
premio.
-¿Premio? –parpadeé varias veces
perpleja-. ¿Qué tipo de premio?
-Puedo adelantarte que no será
tan malo para ti pagar tu deuda si pierdes. Te gustará.
Patch,
parecía esforzarse por no romper a reír. Estaba claro que gozaba
mortificándome.
¿Qué me podía pedir? ¿Qué me
alejará durante algún tiempo de las imprudentes ideas de Vee? ¿Qué me portara
bien y no desobedeciera sus ordenes? Suspiré.
Ahí estaba
yo, de cabeza como una chalada a aceptar su proposición. Pero yo pondría las
reglas. Y para comenzar mejor apostar en un juego que a priori lo rige el azar. "¿Verdad?”
-De acuerdo.
Pero no apostaremos con una partida de billar.
¿Realmente
crees que tendría alguna posibilidad? – Achiqué los ojos desafiándolo a que lo
negara.
Esta vez no se molestó en
contener la risa.
-Está bien. ¿En qué crees que
puedes ganarme, ángel? –preguntó con humor.
-¿Qué tal una
partida de póquer? –Si,
efectivamente tenía que ser masoquista. Directa a la cueva del lobo.
Se aproximó.
Era como una tormenta. Eclipsando el paisaje, el brillo de un día soleado. Me estudió
observando mi reacción.
-Acompáñame –tomó mi mano entre
sus dedos.
Fanfic
escrito por S.M. Afonso
Amo esta saga, es por mucho la más romántica, muy bien este primer capitulo, se lee interesante.
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