21 de noviembre de 2013

Cap. IV "La Primera Vez de Patch y Nora"


 
- Patch… -me mordí el labio inferior inquieta por lo que al parecer, se le estaba pasando por la mente-, ¿aquí?

- Bésame –exigió con codicia ignorando mi pregunta.

Le besé tiernamente pero Patch quería más y profundizó con sus labios y su lengua en los míos como todo un depredador, un animal. Mi aupó de nuevo como una niña pequeña para ayudarme a que mis pies tocaran el suelo y mientras seguía  comiéndome literalmente la boca sus manos se apoyaron con ferocidad en los huesos de mis caderas para enredar sus dedos en la tela de mis vaqueros y echar hacia abajo la prenda de ropa hasta los muslos. Me alzó con seguridad otra vez y me acopló de nuevo entre aquella mesa y él. Bajó la vista hacia mis piernas y sonrió mientras me sacaba por completo aquellos pantalones, arrastrando con ellos mi calzado también, dejándome ante él tan solo con un conjunto de braguitas y sujetador, ambos de tonos blancos. Me observó con ojos llenos de lascivia logrando por supuesto que me sonrojara.

- Mi ángel –musitó. Patch acarició con las yemas de sus dedos mis pernas y muslos atrayéndolos con firmeza a ambos lados de su costado. Avanzó con su roce subiendo por cada rincón de mi cuerpo hasta llegar a mi sujetador. No dudó ni un segundo y con un movimiento ágil lo desabrochó en la parte posterior tirando de él hasta dejar al descubierto mis pechos. Cubrió uno con su mano ¡Dios mío!, ya no recordaba como se respiraba.

- Eres preciosa… -sonrió mientras con su mirada descarada recorría mi cuerpo–. Te deseo tanto, no sabes cuánto tiempo llevo esperando esto –ahora hablaba rozando sus labios en los míos–, no quiero que tengas miedo -alzó un lado de la comisura de sus labios mostrándome una media sonrisa.-

- Esto es totalmente nuevo para mí. –suspiré.

- Seré el maldito canalla que le robe la virginidad a un ángel –sonrió con un humor negro–. Me gusta eso, Nora -aseguró ahora dulcemente.

Patch clavó su mirada hasta la única prenda de ropa que me quedaba, para verse aplastado contra mi sexo. Lo notaba duro. Friccionó con más fuerza su entrepierna, se frotaba y no cesaba con sus movimientos. ¡Dios Santo!, sentía que me estaba volviendo loca y mi sexo comenzaba a palpitar. Posó sus manos en mi cintura hasta llegar a mis nalgas cogiéndolas con ferocidad y alzándome hacia él. Rodeó con sus dedos en el borde de mis braguitas y las deslizo hacia los muslos, dejándome ahora sí, desnuda ante él por completo. Me ruboricé. Noté como Patch empezaba a respirar descontroladamente y como cerraba los ojos con fuerza.

- Debo controlarme, ángel. No quiero hacerte daño –gruño en un tono salvaje–. No a ti.

Me removí inquieta. Él me aferró más fuerte y me quitó por completo aquella insignificante prenda interior.

- Tranquila, pequeña. No te asustes.

- Patch, no tie… tienes porque hacer… esto –pronuncié con agitación.

No quería verle luchar para controlar su naturaleza por temor a hacerme daño, o quizás… ¿podría ser que no era lo suficiente buena para él? Seguramente sus amantes habrían sido mujeres con experiencia en este terreno. Yo no tenía ninguna. No puede ser. Intenté apartarme de él, pero Patch no me dejó.

- Quieta, Nora –parecía una orden.

- No quiero que te sientas obligado a nada, Patch –mi voz sonaba rota–. Suéltame.

Arqueó una ceja llena de incredulidad.

- ¿Obligado? ¡Oh, vaya! Es todo un castigo tener en mis brazos a la persona que más he deseado en toda mi existencia y hacerle el amor –reclamó con una risita de diversión-. ¿Crees que no quiero esto?

Llevó su boca a uno de mis pezones, lo rodeó con la lengua, lo chupó y succionó dejándolo tieso. Rodeé con mis brazos su cuello atrayéndolo mas hacia a mi para que tomara todo lo que quisiera. La vista se me nubló de placer.

- No quiero que te controles.

- No sabes lo que has dicho, Nora –setenció burlón y con cara de niño malo mientras levantaba la cabeza para mirarme a los ojos. Patch jugó un poco con el pequeño capullo de mi otro pecho, tiró de el suavemente y noté como se me endurecía también bajo sus tacto. Pasó las manos por debajo de mi cuerpo y me levantó, haciendo que me arqueara encima de la mesa.

Por debajo de sus pantalones podía sentirlo tan duro y erecto. Deslizo una mano por mi cuerpo hasta llegar al triángulo de mi sexo. Abarcó con su palma mi intimidad y después de unos segundos –quizás más- guio un dedo entre mi hendidura. Con su hábil dedo formo círculos por mi clítoris. Frotándolo y acariciándolo para que me abriera a él. Podía sentir una humedad latente por toda aquella zona que Patch había tomado como suya. Continuaba con aquella ardiente tortura, separaba mis labios vaginales y los frotaba.

- Patch… -intenté pronunciar en medio de un gemido mientras echaba la cabeza hacia atrás.

- Así, Nora –masculló apretando los dientes sin dejar de excitarme.

No sé exactamente cuánto tiempo dedicó Patch sin descanso a masajear y martirizar con dulzura y fiereza cada rincón de mi cuerpo. Mucho. Pero no era suficiente, ni para él, ni para mi.

Introdujo un dedo en mi interior y lo movió en círculos. Me quejé un poco con un sollozo. Patch me miró directamente a los ojos con gesto controlado.

- ¿Estás bien, ángel? –rozó con su mano libre mi rostro con veneración.

- Aja –asentí con la cabeza–.

Patch. Acompañó aquella fricción con un segundo dedo, ambos introducidos hasta los nudillos. Masajeó mis paredes internas. Gemí y moví las caderas hacia delante y atrás. Prolongando todo aquello hasta que mi entrepierna se llenaba cada vez más de un húmedo calor y entonces llegó la explosión con fuertes sacudidas, dejándome en la mesa completamente dócil para él mientras me recuperaba de los temblores del orgasmo. Repitió aquella práctica una vez más y otra. Haciéndome perder la razón y el número de orgasmos alcanzados por sus expertas caricias. Ahora estaba totalmente preparada para aceptarlo dentro de mi.

- Patch –gimoteé desesperada porque calmara el fuego que había despertado en mí.

- Shhh… Yo también siento lo mismo. Llevó las manos hacía su pantalón.

- Ya estás lista –afirmó Patch complacido.

Sin perder un segundo y en un abrir y cerrar de ojos, se quedó completamente desnudo ante mi. Su pene grueso y largo se irguió. Y en ese preciso momento solo fui consciente de mi respiración rápida y agitada. ¿Nervios?… ¡Dios! ¿Podía desgarrarme? Su falo de piel bronceada y al que se le marcaban las venas, era… demasiado grande. Cuando sintió mi tensión Patch me dirigió una mirada suplicante. Levanté una mano hacia su torso y lo acaricié olvidando por completo mis miedos al sentir el contacto de su piel.

- Deberíamos tomar precauciones –inquirí mientras tragaba saliva con dificultad.

- Confía en mí. No es necesario. Ya te dije que alguien de "alto" rango me debe un favor. Y yo, bueno… no tengo ninguna enfermedad contagiosa, Nora –se burló–. Podemos amarnos libremente sin preocupaciones.

Asentí con fe ciega en él. Sonrió como un niño travieso. Me agarró por debajo de las rodillas y las abrió hacia él un poco más, se coloco en medio y las alzó, invitándome a rodearle la cintura. Colocó la punta de su pene en mi entrada. Jugó primero con su miembro en la zona de mi portal con acaricias atrevidas y provocativas. Cada vez estaba más hinchada, dura y húmeda. Fue entonces cuando comprendí que Patch quería asegurarse completamente que mi cuerpo estuviera relajado ante la que iba a ser su invasión. No quería hacerme ningún tipo de daño, pero… ¿podría ser eso posible? Estaba claro que Patch sabía muy bien lo que hacía.

- Déjame entrar, Nora –ronroneo.

Su cuerpo estaba igual de agitado. Con un movimiento lento pero directo me penetró. No del todo, era mi primera vez y por lo visto un poco pequeña para abrazar por completo su pene de buenas a primeras. Grité, moviendo un poco las piernas cuando sentí que Patch derribaba en mi interior un muro con una fuerte presión. El himen. Mi virginidad. Mi espalda formaba un arco perfecto y mis ojos vidriosos luchaban por enfocar. Sollozaba.

- Ángel, se que te duele. Relájate –empujó un poco más con sus caderas.

- P… Patch –ahogue un gemido. Se había introducido por completo después de varios intentos.-

- Eres tan estrecha… y pequeña –caviló en voz alta.

Mi cuerpo temblaba mientras en mi interior lo sujetaba con fuerza. Patch se inclinó y me besó. Ese gesto hizo que se clavara aun más. Me estremecí con la punzada de dolor. Él También respiraba con dificultad.

- Quédate quieta un poco, deja que tu cuerpo me acepte dentro de ti –me habló con sus labios junto a los míos.
 
S.M. Afonso

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